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Que el odio no nos devuelva al miedo

hace 21 horas
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  • Que el odio no nos devuelva al miedo
  • Que el odio no nos devuelva al miedo

Por José Manuel Restrepo Abondano - jrestrep@gmail.com

Colombia no puede volver a ser el país del miedo, ese que muchos vivimos y recordamos con horror entre las noticias de asesinatos de líderes y los sonidos de las bombas del terrorismo y el narcotráfico. Hoy, desde el gobierno, se alzan voces que en lugar de unir, dividen. Voces que no representan el ideal constitucional de ser “símbolos de la unidad nacional”. Nuestros gobernantes actuales no solo han recurrido a símbolos como la espada de Bolívar o el grito de “libertad o muerte”, sino que se han atrevido peligrosamente a señalar de “esclavistas”, “nazis” o “asesinos” a empresarios, dirigentes políticos y gremiales, opositores o magistrados. ¿Ese es el ejemplo de democracia que queremos? ¿Esa es la pedagogía constructiva desde el atril público?

Más grave aún: cuando los ánimos se desbordan o ya no encuentran justificación, quienes incitaron el odio se presentan como víctimas. Como si no tuvieran responsabilidad en el ambiente que contribuyeron a encender. Es un contrasentido denunciar amenazas mientras se envenena a diario el debate público. No se puede incendiar la pradera y luego llorar porque alguien se quema.

No podemos repetir esa historia. Y menos permitir que, desde el poder, se normalice la polarización y el desprecio al otro. Los viles ataques a la dignidad de personas que simplemente expresan contradicción política o ideológica. Gobernar no es insultar. No es dividir. No es usar la institucionalidad al antojo. Por ejemplo, el intento de convocar una consulta popular vía decreto, ignorando al Congreso y la misma Constitución Política, es una advertencia peligrosa: cuando se desconoce la independencia de poderes, se empieza a debilitar la democracia desde dentro y ella ha sido uno de los activos más poderosos de Colombia en América Latina.

A los llamados “influencers” de redes sociales les digo lo mismo: ustedes también ejercen una forma de liderazgo. El odio en X puede traducirse en violencia en la calle. Basta ya de alimentar la división y el irrespeto desde un teclado. No es libertad de expresión sembrar miedo o justificar la agresión.

Colombia necesita otro tipo de liderazgos. No gritones, no vengativos. Líderes empáticos, reposados, que entiendan que el poder es para servir, no para aplastar. Que inspiren, no que confronten. Que construyan, no que destruyan.

La historia ya nos enseñó lo que cuesta odiarnos. Y hoy estamos al borde de repetirlo. La violencia no empieza con una bala. Empieza con un insulto, con una estigmatización, con un “ellos contra nosotros” con “resentimiento social”.

Que el crimen contra Miguel Uribe sea un punto de inflexión. Que nunca más el odio nos robe la palabra ni nos devuelva al miedo. Colombia merece algo mejor!!

Rector Univdersidad EIA

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