Nunca la humanidad había tenido un reto tan grande como hoy: mantener la temperatura del planeta en límites que no afecten la vida de la mayoría de las especies y, a largo plazo, la nuestra.
Pero está fallando por variadas razones. El tema está quedando grande a gobiernos, corporaciones y ciudadanos. De labios para afuera el compromiso es grande, para adentro no.
El Acuerdo de París de 2015 entre casi todas las naciones busca limitar el aumento de la temperatura a 1,5° C sobre la era preindustrial (años 1700). Máximo, que no pase de 2° C. Esa meta se ha superado en muchos rincones ya. En el Ártico va en 4° C.
Los países se comprometieron entre otras a reducir emisiones, pero sus propuestas llevan a que en 2100 la temperatura sea de 3° a 4° más alta que en aquella época. No lo aguantarán muchísimas especies y a los humanos les tocará más dura la supervivencia.
Esta semana se vio cómo la mayor isla del archipiélago Svalvard, el Ártico, se parte en dos al derretirse los glaciares.
En septiembre de 2014 en Nueva York más de 180 países prometieron reducir la deforestación: 50 % a 2020 y 100 % a 2030. El reciente informe de seguimiento reveló que cada año aumenta 40 %. (Colombia promovió otro pacto por la Amazonia, pero permite destruir la Altillanura y la Orinoquia con extensas plantaciones comerciales y megaobras).
Un informe de Nature mostró que mientras en 1900 se emitían 1 957 000 toneladas de CO2, en 2018 fueron 36 831 millones y cada año suben. Hoy la concentración de ese gas en la atmósfera es la más alta en tres millones de años.
Esto, más la destrucción de hábitats y la contaminación amenaza a más de un millón de especies; desde 1970 se ha perdido 50 % de los individuos de otras especies; y hoy 96 % de los mamíferos son ganado o humanos, muestra la Plataforma Internacional sobre Biodiversidad (Ipbes).
Los grandes, los mayores, les estamos fallando a la vida de las futuras generaciones. Hoy en 187 países habrá huelgas, marchas de jóvenes para pedir acciones reales frente al reto, movimiento impulsado entre otros por la adolescente sueca Greta Thunberg.
“La desobediencia civil surge cuando la injusticia ha sido determinada colectivamente como insoportable”, según Christiana Figueres, exdirectora de la Convención sobre el Cambio Climático.
Y este es el caso.
Maullido: en foro de Ecomovilidad se vio que no vamos bien en movilidad eficiente.