Pico y Placa Medellín
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Por Juan José García Posada - juanjogarpos@gmail.com
Medellín tiene buena vibra. Es la frase que les he escuchado a varios amigos que han conocido a Medellín, justo en estos días de celebración de los 350 años. Tener buena vibra es una expresión que ha venido extendiéndose en el uso popular y coloquial. La definición parece obvia, aunque en el Diccionario es general e imprecisa. Es pertinente solicitarle información más amplia al chat GPT, el individuo más popular y representativo de la inteligencia artificial para los usuarios de la internet.
Qué es tener una buena vibra, por qué se le atribuye esa cualidad a la capital de Antioquia, cuáles son los elementos constitutivos de tal estado de ánimo en la gente que habita la ciudad. En fin, lo cierto está en que la buena vibra de Medellín es una sensación que llega a forasteros y propios de modo automático y por generación espontánea y no es el resultado ni de una estrategia internacional de propaganda, ni de un artificio político de algún equipo de aspirantes a una elección, como no es tampoco una exageración paisa.
Esto es lo que responde en cien palabras el amigo GPT: “La buena vibra es una energía positiva que una persona transmite a través de su actitud, sus palabras y sus acciones. Se percibe como una sensación de armonía, optimismo y tranquilidad que genera bienestar en los demás. Surge del equilibrio interior, la empatía y la confianza en la vida. Quien irradia buena vibra suele contagiar entusiasmo, comprensión y alegría, creando ambientes más humanos y solidarios. No depende solo de circunstancias externas, sino de una decisión consciente de enfocarse en lo constructivo. La buena vibra, en esencia, es una forma de amor expresada en gestos cotidianos y pensamientos nobles”.
De la buena vibra empezamos a saber hace poco tiempo. Amigos de explorar las realidades urbanas, demográficas y culturales, no con poses de urbanistas sino en actitud admirada por lo que han encontrado al llegar como turistas o como visitantes atraídos por las declaraciones de simpatía que les escuchan a otros visitantes. Además, no se trata de un piropo fácil. Corresponde al reconocimiento de lo que dice la definición, que tampoco es infalible, pues deben aceptarse excepciones, estaos de ánimo de mala energía o energía negativa y perniciosa.
Lo cierto es que sea en Feria de las Flores, en la temporada navideña, en días de celebración de aniversario como los actuales, en publicaciones periodísticas y literarias, en la vidilla de los centros comerciales, en las ideas y realizaciones familiares, escolares, empresariales o gubernamentales, esa sensación de buena energía, esa capacidad de sobreponerse a las circunstancias hostiles (y para qué repetir lo de la resiliencia y la capacidad de superar las circunstancias tétricas, tenebrosas, de años atrás), esa vocación de emprender proyectos que parezcan hasta de soñadores y locos, sí es real, notoria y contagiosa en esta ciudad de los 350 calendarios. Que la buena vibra de Medellín crezca, se propague, sea inagotable.