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La salud mental, medalla de lata

Es claro que psicólogos y psiquiatras tienen competencia fuerte hoy en día en coaches, maestros espirituales, que prometen soluciones para problemas de familia y salud mental”.

05 de agosto de 2024
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  • La salud mental, medalla de lata
  • La salud mental, medalla de lata

Por Juan José García Posada - juanjogarpos@gmail.com

Es increíble en la sociedad actual el desdén por el asunto vital de la salud mental, sobre todo en la educación y en las estrategias dirigidas al llamado buen gobierno. En los Olímpicos de París se ha puesto en primer plano la cuestión, por la actuación ejemplar y legendaria de la portentosa gimnasta Simone Biles, bajita en estatura pero gigantesca por su coraje y su pundonor deportivo. Todos nos preocupamos por el ajuste de la historia, la geografía, la cívica y, claro está, la educación física. Pero de educación psicológica es muy poco lo que se ha tratado en el pénsum de todos los niveles, así como en los planes oficiales de desarrollo.

Hay excelentes facultades de psicología. Egresan profesionales de gran calidad. Cultivan especialidades interesantísimas. Los nuestros gozan de creciente prestigio en el exterior. Sin embargo, la planeación de su trabajo por los responsables de organizar la atención en materia de salud mental es muy deficiente. Hay psicólogos, se diría que en abundancia, pero mal repartidos. En las zonas rurales se trata de una disciplina casi desconocida, cuando no excluída porque sigue dominando la creencia errónea de que la consulta psicológica es signo de locura. Y más todavía si el caso es de psiquiatra, porque “Fulano está loco de remate”. Y en el supuesto de que así fuera, no es razonable marginar al padeciente.

Mientras tanto, enfermedades como la depresión y la ansiedad, que estallaron durante la pandemia, suelen descuidarse, con terribles consecuencias. Consultemos las estadísticas espeluznantes sobre suicidios. Sigue tratándose como un mal inevitable, cuando hay incontables ejemplos de prevención positiva y disuasión a los suicidas potenciales mediante una intervención profesional eficiente. Igual o peor sucede con las 400 clases de trastorno mental catalogadas por la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Psiquiátrica Americana. Trastornos originados en el peso genético y familiar, las experiencias de vida, desequilibrios químicos cerebrales, estresores, lesión en el cerebro, consumo de sustancias nocivas, una enfermedad grave, la mala socialización y el aislamiento. Todos, tratables.

Es claro que psicólogos y psiquiatras tienen competencia fuerte hoy en día en coaches, maestros espirituales, que prometen soluciones para problemas de familia y salud mental. Los hay de todas las categorías. Algunos hasta pueden ser mejores que psicólogos o psiquiatras. No se trata de eso, sino de advertir cómo el descuido generalizado por los trastornos que alteran la salud mental es un problema de primer orden, que no han afrontado con seriedad y eficacia los gobiernos y que requieren mejores investigación, presencia y liderazgo del sector científico y las universidades. Mientras tanto, de no corregirse la falla en la psicoeducación, los desajustes mentales seguirán haciendo su agosto y todos los meses, llegará el día en que de verdad “todos estamos locos”, como dice la copla, y la salud mental apenas merecería, dado el caso y ahora que se ha puesto en primer plano durante los Juegos de París, una miserable medalla olímpica de lata.

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