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Rodear a las instituciones no significa aplaudirlas sin crítica, sino reconocer su rol, exigir su independencia y defenderlas de la captura política o del desprestigio.
Por Juliana Velásquez Rodríguez - opinion@elcolombiano.com.co
Hace pocos días, en Medellín, el grupo antiexplosivos de la Policía desactivó tres cargas que amenazaban con provocar graves daños en una subestación de EPM. No hubo titulares rimbombantes ni discursos grandilocuentes. Solo el cumplimiento silencioso de una misión: proteger la vida y garantizar el servicio público. Las instituciones en Colombia nos han demostrado que funcionan. Que son fuertes, diversas, independientes y con apego a su propósito.
En tiempos de polarización y ataques a la legitimidad del Estado, conviene mirar con atención estos gestos. Son la prueba de que, pese a los embates del populismo, la desconfianza y las amenazas a la seguridad, nuestras instituciones siguen siendo el muro de contención que sostiene la democracia.
En un país donde la política tensiona los límites de la Constitución, resulta significativo que las instituciones recuerden, con hechos, que las reglas importan. La elección del nuevo magistrado de la Corte Constitucional, en un proceso transparente, eligió a Carlos Camargo con 62 votos frente a 41. Y la decisión del Consejo de Estado de frenar el decreto presidencial 0755 de 2025 que intentaba saltarse al Congreso, son señales claras de que los contrapesos funcionan y que la democracia no se rinde a los atajos. El Congreso, con todas sus imperfecciones, ha demostrado en debates recientes que sigue siendo el escenario natural para procesar diferencias, crear consensos y recordarle al Ejecutivo que en democracia las transformaciones deben pasar por la deliberación plural y no por decretos improvisados.
También vale resaltar la independencia técnica del Banco de la República. Pese a la presión del Ejecutivo, la Junta mantuvo la tasa de interés en 9,50 %, recordándonos que las decisiones económicas deben responder a criterios técnicos y no a urgencias políticas. Lo mismo la justicia constitucional, al devolver la operación de Sanitas a Keralty, ratificando que el debido proceso es innegociable y que la seguridad jurídica es esencial tanto para los usuarios como para la sostenibilidad del sistema de salud.
A estos ejemplos se suma la labor de la Registraduría Nacional. El registrador Hernán Penagos ha defendido la independencia de la entidad y socializado, incluso ante organismos internacionales, las reglas para las elecciones de 2026. Recorre el país haciendo pedagogía, consolidando el censo electoral y sembrando confianza. Como él mismo lo dijo: “En la historia moderna de Colombia no ha habido la primera señal de fraude en unas elecciones presidenciales”.
Estos episodios muestran que, pese a las tensiones, las instituciones actúan como muro de contención frente al poder desbordado. Aunque a veces silenciosos, sus gestos confirman que hay límites y contrapesos reales, que la democracia no depende de un solo poder y que vale la pena reconocer lo que funciona.
¿Por qué no como ciudadanía hacemos nuestra parte? Debemos cuidar el lenguaje al expresarnos sobre las instituciones, evitar generalizaciones dañinas y celebrar la independencia de quienes las componen. Acusaciones ligeras restan legitimidad y debilitan la posibilidad de vigilar y controvertir dentro del marco institucional.
Porque el verdadero riesgo no es que las instituciones fallen; es que como sociedad dejemos de creer en ellas. La desconfianza es corrosiva: erosiona la legitimidad y abre la puerta al caos.
Rodear a las instituciones no significa aplaudirlas sin crítica, sino reconocer su rol, exigir su independencia y defenderlas de la captura política o del desprestigio. Hoy debemos cuidarlas, valorar su servicio y confiar en que son el pilar que sostiene nuestra democracia. Las instituciones sí funcionan, y en esa verdad descansa la esperanza de Colombia.
En Proantioquia rodeamos con contundencia a las instituciones, creemos en sus funcionarios, apoyamos sus decisiones y vemos con orgullo su valentía en esta coyuntura.