La primavera árabe es la cuarta tentativa de democratización o, mejor, de reclamación de un lugar independiente en el mundo de los pueblos árabes. Todas las anteriores, a salvo de la peleada e inconclusa experiencia tunecina, entraron en barrena.
La primera oleada es la de las independencias, aunque solo imaginadas. El Reino Unido, que había convertido Egipto en protectorado por exigencias de la Gran Guerra, concedía una independencia solo de palabra, en 1922, operación que repetiría en 1936 con parecidos afeites. Pero el Canal no se toca. Tras la victoria de las potencias occidentales en la guerra del 14-18, Londres otorga a la exprovincia otomana de Irak otra independencia de mentirijillas en 1932, y Francia, como heredera de Roma más apegada...