En el libro La estrategia emergente, Alejandro Salazar define el concepto de estrategia como: lo que se hace producto de escogencias (choices) y, estas significan renuncias. Agrega el autor que el problema en la escogencia no radica en si esta es buena o mala sino coherente o incoherente.
Asumir una posición de liderazgo, independientemente del lugar donde se ejerza: un hogar, una empresa o un gobierno, implica que quien lo haga tenga espíritu de sacrificio y sea capaz de dejar a un lado ciertos aspectos como tiempo en familia, hobbies, horas de sueño o tranquilidad. Adicionalmente, que las escogencias sean coherentes con un objetivo o propósito determinado. La sintonía entre las decisiones adoptadas y las metas trazadas, además de buenos resultados, deriva en confianza hacia ese líder.
La definición y posterior reflexión acerca de estos asuntos, me llevó a pensar sobre el liderazgo que tenemos en nuestra sociedad y sobre las estrategias que nuestros líderes –especialmente los públicos– toman para resolver los retos sociales.
Cuando las decisiones de quienes gobiernan se alejan de los principios e ideas que los llevaron hasta sus lugares de autoridad, la confianza se fragmenta y así, las decisiones que deberían tomarse para resolver problemas resultan en errores e incluso pueden conducir a la profundización de éstos.
Durante el Encuentro de Movimientos Populares en el año 2016, el Papa Francisco dijo: “La corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo”.
Las escogencias, como dice Salazar, deben doler. De esta manera es importante que quienes se dediquen al servicio de los demás, abandonen, aunque sea parcialmente, ciertas comodidades y su energía se concentre al servicio de los demás.
Resulta molesto y se genera distancia cuando los líderes enfocan su estrategia en sí mismos, la acumulación de poder y la satisfacción de deseos personales. Liderar siempre será un reto, un acto de entrega y generosidad, más aún, en momentos de crisis en donde se demanda mayor coherencia, espíritu de servicio y abandono. Conviene decidir conscientemente a los líderes de cualquier ámbito de la sociedad, especialmente en la política que es la actividad donde se toman las decisiones más importantes y de mayor impacto en la vida de todos y, preguntarse si quienes llegan a decidir, lo harán para sí o para los demás