Que me acuerde, el Estado siempre ha estado orgulloso de sus reservas naturales, si no que lo digan nuestros mandatarios en cada una de sus visitas al exterior, cuya imagen y producto de exportación recae siempre sobre nuestros paisajes y reservas naturales.
De ahí que extraña el silencio de las propias autoridades ambientales en no corregir al alcalde mayor de Bogotá, que con la intención de polarizar políticamente una discusión netamente científica y académica, se refirió a una reserva natural, jurídicamente declarada como un “potrero”.
El Estado no puede echarse para atrás en un proceso que le costó al país más de 15 años en reconocer y declarar, sencillamente porque al nuevo alcalde de Bogotá no le parece.
El distrito no puede negar sin soportes...