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Por Felipe Walter Correa - redaccion@elcolombiano.com.co
Aprovechemos la atención que ha suscitado el aumento de los arriendos en Medellín para dar un debate integral sobre el acceso a vivienda y revisar nuestras prioridades.
Medellín viene acumulando una deuda con la población de menores ingresos que necesita una solución de vivienda. Según datos del DANE, Medellín tiene, desde hace más de 8 años, la menor oferta de vivienda social de las seis ciudades principales del país.
Durante este periodo, en la ciudad se han iniciado apenas 19.803 viviendas de interés social, 834 viviendas por cada 100.000 habitantes, una cifra muy baja comparada con Barranquilla (8.600), Cali (2.500) y Bogotá (1.890).
La situación es preocupante, en Medellín el déficit de vivienda asciende a 122.000 hogares, 15% del total, y ha aumentado en los últimos años. Adicionalmente, los hogares de menores ingresos concentran el 53% del déficit.
Esta problemática no solo afecta a los hogares de menores ingresos, sino también a los de ingresos medios. Los precios suben y la posibilidad de acceder a vivienda propia se aleja.
El valor de la vivienda ha aumentado 19% en Medellín entre 2015 y 2022, comparado con el 4% en Bogotá. Además, las tasas de interés para la compra de vivienda han aumentado más de un 30% en el último año, llegando alrededor del 17%, según el Banco de la República.
La escasez en la oferta ha obligado a los habitantes a trasladarse a municipios como Bello, La Estrella o Río Negro, con cifras de vivienda de interés social crecientes, generando efectos negativos en la competitividad de Medellín y la calidad de vida de los ciudadanos.
Desplazarse a otros municipios profundiza las inequidades que sufren las familias de menores ingresos, pues gastan más dinero y tiempo en transporte, su productividad es menor y se dificulta su acceso a bienes y servicios.
Cuando se aborda la discusión de la débil oferta de vivienda de interés social, la reacción inmediata es “en Medellín, no hay en dónde”. Escogimos un modelo de desarrollo territorial que restringe la expansión urbana y apuesta por una ciudad densa y en altura, concentrada a lo largo del río Medellín.
Sin embargo, la redensificación a lo largo del río es un proceso complejo, que toma tiempo, requiere voluntad y gestión, y que no se ha dado en la dimensión necesaria.
Si el argumento de la carencia de suelo fuera cierto, deberíamos retomar el Plan Metropolitano de Vivienda, hoy desactualizado, fortaleciendo el transporte público, el equipamiento social y la concentración de centros de trabajo y servicios. Sin embargo, para Medellín esta no puede ser la única alternativa.
Optimizar los instrumentos y acelerar los procesos de habilitación del suelo y revisar rigurosamente las áreas de expansión, son algunas soluciones a corto plazo. Isvimed debe reorientar sus esfuerzos en profundizar las ayudas complementarias a mi Casa Ya para facilitar el acceso a vivienda a los hogares de menores ingresos.
La importancia de la vivienda en indicadores de educación, salud y bienestar es central para el desarrollo de la ciudad. Ad portas de los debates electorales para la alcaldía, discutamos sobre lo fundamental para los medellinenses.