Terminó el medio mes de convenciones estadounidenses que no son más que la parafernalia para etiquetar a sus dos candidatos presidenciales con miras a noviembre. Discursos copiados y arengas conservadoras de un lado y frases de cajón y burlas liberales del otro. Trump y Hillary a la final. Los dos políticos más odiados de su nación en los años recientes listos al último round de una pelea que el mundo observa consternado.
La conclusión, tras la pirotecnia y las peroratas impostadas, es preocupante. Del lado republicano la configuración del poder total entregado a Trump es motivo de las angustias más sinceras. El empresario se consolida como una amenaza latente sin despojarse ni un segundo del disfraz de payaso mientras hace ofrecimientos irrealizables...