Por María Clara Ospina H.
¡El continente australiano arde! Se puede decir que la mayor parte de Australia, aquella donde están las grandes poblaciones, los bosques naturales y los desarrollos agrícolas, está ardiendo incontrolablemente.
Una temporada de calor extremo y resequedad absoluta, durante el 2019, ha causado que los llamados “relámpagos secos”, o sea relámpagos que no traen tormentas de agua, al tocar la vegetación la prenda y el fuego se propague con una fuerza y rapidez absoluta.
Aunque la respuesta inicial del gobierno fue que los incendios comenzados en septiembre de 2019 no eran una emergencia, pues estos sucedían anualmente, hoy, 6 meses después de su comienzo, ha declarado Emergencia Nacional por la magnitud de la catástrofe. Nada, ni los esfuerzos del ejército y de las agencias estatales especializadas han podido detener el fuego.
Estos incendios son muchísimo peores que los anteriores y son pocos los que se atreven a negar que el calentamiento global y la falta de previsión, son mayormente los causantes de la tragedia.
Las cifras son aterradoras y profundamente entristecedoras. Hasta el momento han ardido 17,9 millones de acres y más de dos mil viviendas. Lo peor, han muerto 27 personas y miles y miles de coalas, canguros y aves, de las más variadas especies, entre ellas los hermosos loros multicolores, quizá algunos de los más bellos y exóticos del mundo, exclusivos de Australia, y las famosas cacatúas, la hermosa decoración natural que uno ve cuando recorre los campos australianos.
Cuando estudiamos en el mapa los lugares donde están ocurriendo los incendios, solo escapa el llamado Centro Rojo, el inmenso centro de Australia, un desierto de rocas y arenas rojas, donde prácticamente no existen árboles, lugar poblado de haciendas ganaderas, algunas de las más grandes del mundo, tan grandes que la mayoría son administradas desde helicópteros.
Australia es uno de los países que no firmó el Protocolo de Kioto. El calentamiento global parece no importarle. 70 por ciento de su energía eléctrica es producida por carbón, abundante en el país. A pesar de las constantes advertencias de los científicos, no tiene energía nuclear y es escaso el uso de otras fuentes de energía como la eólica, hidráulica, solar o la mareomotriz.
Colombia, y otros países latinoamericanos, deben aprender de la tragedia australiana. Los recientes incendios en el Amazonas y en otras zonas, como los parques naturales, aunque de otro origen, son una amenaza real que se debe detener. El calentamiento global se ha convertido en un tema político. A los gobiernos hay que obligarlos a actuar. El voto cuenta, elijamos y apoyemos a quienes protejan el medio ambiente. De ello depende nuestra supervivencia.