Esta semana, mientras en Medellín muchas personas piensan en libros y van y merodean lo que desean comprar con toda el alma en la coqueta Fiesta del Libro y la Cultura, a mí me ha entrado una enorme nostalgia por no tener cerca mi biblioteca personal. En realidad, esa tristeza no ha sido una cuestión solo de estos días, la verdad es que este ha sido un asunto doloroso desde el mismo instante en que empecé a empacar las cajas porque me resultaba exagerado pagar millones por mover de un país a otro mis libros queridos.
Claro que lo pensé, pagaría por ellos como paga uno por llevar a la familia a donde sea, pagaría por ellos porque, como dijo Cesar Pavese: “Con los libros ocurre lo mismo que con las personas, han de tomarse en serio” y por eso uno...