Amable lector. Por el año 1832 Víctor Hugo comenzó a documentarse sobre los hechos que dieron lugar a la novela que mejor describe a los seres humanos. Tras largas jornadas de trabajo, que debió interrumpir por otras actividades, se publicó la obra que inicialmente se llamó Las Miserias y más tarde Los Miserables.
Víctor Hugo, además de su amor por las letras, fue un político inconforme con las injusticias sociales, la degradación del hombre, la decadencia de la mujer y la ignorancia de los seres humanos.
Jean Valjean, sus padres eran pobres y murieron dejándolo huérfano. Una hermana, viuda con ocho hijos lo acogió en su hogar. Pasaban hambre y tenían frío. Un día Jean Valjean robó un pan, fue detenido, juzgado y encarcelado por cerca de veinte años.
Después de salir de la cárcel comenzó a vagar hasta caer sin aliento; pidió un poco de agua y nadie se la dio. Al final llegó a la puerta de monseñor Bienvenue Myriel, un obispo de buen corazón que lo recibió con afecto. Lo invitó a cenar en la casa y más tarde le facilitó donde dormir. En la madrugada se despertó, pensó un rato y al final cogió los cubiertos de plata y se fugó. La hermana del obispo al darse cuenta del robo hizo gran alharaca. Poco después dos guardianes lo trajeron preso ante el obispo. Este lo saludó con cariño y le preguntó por qué no se llevó los candelabros, que él también se los había regalado.
Jean Valjean no podía creer lo que escuchaba. Primero robó un pedazo de pan, después los cubiertos de plata a una persona que lo acogió como a un hijo. Sintió que el mundo giraba a su alrededor y que estaba libre. Monseñor, al despedirse, le dijo que no olvidara la promesa que le hizo de emplear el dinero en ser un hombre de bien.
En adelante, no solo cambio de nombre, sino que fue un ser superior por su honradez y por el bien que le hizo a sus semejantes. Adoptó a Cosette una pequeña niña que había perdido a su madre. La cuidó con mayor esmero que la de un buen padre. Unos años después un grupo de jóvenes inconformes se alzan en París contra las fuerzas del orden. Marius es uno de ellos que además se enamoró de Cosette. Es herido de muerte, Jean Valjean lo recoge y lo oculta en las alcantarillas de París hasta llevarlo a un lugar seguro. Luego de muchos meses se recupera pero le atormenta saber quién lo salvó. Al final, él y Cosette contraen matrimonio; Jean Valjean se aleja de ellos, no sin antes confesarle a Marius que él fue un presidiario y que no era el padre de Cosette.
Por último, Marius conoce que gracias a él conservó la vida y le dio una esposa. En cada página de esta obra se invita a meditar no solo en las miserias humanas del frío y el hambre. Sino en otras peores como son el odio, la avaricia, la crueldad, pero mucho más en el amor, la piedad y el perdón. Cuando murió Jean Valjean miró un pequeño crucifijo, parecía decirle a monseñor que había cumplido la palabra.