En mi experiencia, tanto de estudiante como de maestro, observé muchos modos de vivir este rol. Vi a los incondicionales, que no escatimaban tiempo ni medida. Maestros irresponsables consigo mismos, que no encontraban el día ni la hora adecuada para asistir a su cita médica o atender cualquiera otra urgencia de su agenda personal; su prioridad era acompañar historias de vida.
Conocí maestros que olvidaban que había pasado la hora del almuerzo, incluso, que había sonado la campana para terminar las clases, porque su pasión era estar al pie del grupo de niños, jóvenes o adultos que habían puesto en sus manos. Cada evento escolar lo hacían con enorme afecto, profesionalismo y responsabilidad.
Maestros que llegaban al momento de su retiro de la...