La instalación del Congreso fue un reflejo de todo lo que se les critica a los políticos: Irrespeto, gritos, abucheos, en fin; pero, sobre todo, fue una muestra de unas ganas absurdas de llamar la atención, lo cual dejó ver el poco entendimiento que algunos tienen de la investidura que asumieron.
¿Mal presagio? Pareciera. Esa primera imagen, en especial la de los nóveles en las lidies legislativas, no fue la mejor.
Miren esto, 181 de los 294 congresistas llegaron por primera vez al Capitolio Nacional y 125 provienen de mundos distintos a la política. Actores, activistas y hasta influencers de redes sociales fueron elegidos. Muchos se dejaron llevar por la lógica del pan y el circo, dejando a un lado el carácter de outsiders que podrían tener, lo que los deja muy mal parados frente a lo que podemos esperar de ellos.
Ni hablemos de lo que hicieron durante la intervención del presidente Iván Duque. Sea lo que sea, fue un irrespeto a una dignidad. Si quisieron ser irreverentes, terminaron siendo ramplones, confirmando lo intolerantes que llegamos a ser los colombianos.
Si querían transgresión, lograron ordinariez. Hasta para ser trasgresores se necesita altura y finura, y de esas, nada de nada.
Lo verdaderamente chocante es que no hubo ningún interés por realzar el compromiso de representar a sus electores y menos les importó la claridad sobre su función: El control político.
Eso es lo que dice la democracia que debe pasar, más previendo la carga de tensión que tendrá el Congreso frente a las expectativas de un país dividido entre el confiar y no confiar en el gobierno electo. Una responsabilidad no menor, porque lo que viene es delicado, porque se sienten los vientos de una andanada de proyectos de ley, reformas e iniciativas que el Ejecutivo quiere sí o sí desde esa lógica del vivir sabroso, y que, con la habilidad del que no da puntada sin dedal, no ha dejado que se les vea el lado poco benevolente con la gente.
Preguntas para los congresistas: ¿Levantarán la mano cuando vean que muchas de esas cosas dejarían muy mal parados a la gente del común, a quienes dicen representar? ¿Esto fue un abrebocas de esa aplanadora que quieren poner a trabajar? ¿Se dejarán llevar por el mesianismo del gobierno electo montado sobre burocracia y repartición a la vieja usanza? ¿Van a trabajar al vaivén hipnótico de algunos rancios políticos?
Esas preguntas se resuelven si hay un sentido de responsabilidad. Colombia solo espera de los congresistas debatir con coherencia, información, criterio técnico, análisis y la seriedad del caso, por encima de las componendas políticas o los likes en sus redes sociales. No interesa que se pasen de sabrosura.
Esperemos que esto no sea mal presagio. Pero dicen por ahí que en el desayuno se sabe cómo será el almuerzo, y en este caso no pinta para nada sabroso