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“Marta, Marta, te inquietas por demasiadas cosas”

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Por Hermann Rodriguez O. S.J.
hermann.rodriguez@javeriana.edu.co

Un maestro que llegó al salón de clase con una vasija de cristal grande y la llenó de piedras delante de sus alumnos. Al terminar, preguntó a los estudiantes: ¿Creen que esta vasija está llena? Sí. Respondieron. Entonces el maestro sacó una bolsa con piedrecitas y las fue dejando caer dentro de la vasija por entre los espacios que dejaban las piedras grandes. Volvió a preguntar el maestro: ¿Ahora sí creen que está llena? Hubo un momento de duda. El maestro sacó entonces una bolsa con arena y la fue depositando lentamente en la vasija. La arena fue llenando los espacios entre las piedras grandes y las pequeñas. El maestro preguntó. ¿Esta vez sí está llena la vasija? Alguien se atrevió a decir que no. El maestro sacó una botella con agua y fue regando el contenido hasta llenar la vasija.

Al final de la historia el maestro pregunta a los estudiantes, ¿cuáles son las piedras más grandes de sus vidas? Si no las colocamos al comienzo, después no habrá espacio para ellas. Es fundamental definir prioridades y saber qué es lo que no puede dejarse por fuera de nuestras programaciones. Si nos ocupamos de lo urgente, es probable que dejemos lo importante por fuera. Algo de esto le pasa a Marta en el evangelio de hoy.

“Jesús siguió su camino y llegó a una aldea donde una mujer llamada Marta lo hospedó. Marta tenía una hermana llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús para escuchar lo que él decía. Pero Marta, que estaba atareada con sus muchos quehaceres, se acercó a Jesús y le dijo: –Señor, ¿no te preocupa nada que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude. Pero Jesús le contestó: –Marta, Marta, estás preocupada y te inquietas por demasiadas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la va a quitar”.

No es que Jesús quiera patrocinar la pereza de María. Tampoco quiere despreciar el esfuerzo de Marta en el cumplimiento de los deberes domésticos. Pero Jesús sí quiere señalar unas prioridades y distingue entre lo importante y lo urgente. Lo que estaba haciendo María era ‘escuchar lo que él decía’. Muchas veces nuestro activismo no nos da tiempo para sentarnos a escuchar al maestro en un rato de oración, o para escuchar a los demás. Cuánto tiempo dedicamos a escuchar a los que viven con nosotros. Muchas veces tenemos cosas que decir, pero no las decimos porque no vemos disposición en los demás para sentarse, tranquilamente, a ‘perder’ un poco de tiempo escuchando a los demás o a Dios.

Zenón de Elea, varios siglos antes de Cristo, decía: “Nos han sido dadas dos orejas y una sola boca, para que escuchemos más y hablemos menos”. Recordar esta experiencia de Jesús con Marta y María debería interrogarnos sobre nuestras prioridades y tendríamos que revisar si hemos colocado en su lugar las piedras más importantes, antes que las urgentes....

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