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La meta es el Meta

hace 3 horas
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Por Mateo Castaño Sierra - @matecastano

Andrea: “Infeliz es la tierra que no tiene héroes”

Galileo: “No, Andrea. Infeliz es la tierra que los necesita”.

La vida de Galileo, Bertol Brecht (1939)

Estamos compungidos pero no derrotados. Miguel y Colombia saldrán de esta. Fuerza Miguel.

Sincerémonos: en Colombia el cortoplacismo nos consume. Pasamos buena parte del día, tragedias aparte, hablando de la coyuntura: que si el golpe es blando o duro, que si la consulta costosa pero ineficaz se cae o no, que si los precandidatos son 25 o 35. Estamos desenfocados del futuro. No hay ruta, rumbo ni esperanza compartida de país. ¿Y si la construimos?

Por eso celebro a Fedesarrollo, ese gran tanque de pensamiento nacional, por sacarnos del pantano coyuntural con su extraordinario estudio: “Propuesta para el desarrollo económico de la Orinoquía”. Tuve la oportunidad de verlo en un canal de YouTube y me pareció tan sugerente que pone los pelos de punta —en el buen sentido. ¡Colombia sí puede!

La tesis central del estudio es clara: Colombia tiene subexplotada a la Orinoquía —en especial el Meta y el Vichada—, particularmente en su altillanura, zonas no inundables. Allí hay 70.000 km², el tamaño de Holanda y Bélgica combinadas, que podrían convertirse en una gran despensa agrícola mundial de maíz, soya y trigo.

El modelo a seguir es Mato Grosso, en Brasil: una región con geografía y biología similares, que pasó de irrelevante a convertirse en uno de los polos agrícolas y de más rápido crecimiento de ese país en las últimas tres décadas.

Hoy en Colombia solo aprovechamos 2.400 km² del potencial de la Orinoquía, poco más del 3 %. ¿Qué haría falta para multiplicar esa cifra por diez?

Según Fedesarrollo, habría que invertir 11.000 millones de dólares (unos $50 billones, el 3 % del PIB) durante una década en tres frentes:

1. Transporte y logística (4.000 millones): transportar una tonelada de carga en la Orinoquía cuesta tres veces más que en el resto del país.

2. Incentivos fiscales y financiamiento (3.500 millones): la zona es de alta informalidad y riesgo jurdico, con alto costo de capital.

3. Seguridad jurídica, titularización de tierras y educación pertinente (3.500 millones): para cimentar el desarrollo agroindustrial.

¿Y qué lograríamos? Mejor preguntarse: ¿qué no lograríamos? El Vichada multiplicaría por cinco su crecimiento económico (del 1,9 % al 10 % anual) y el Meta lo duplicaría (del 3,5 % al 7,2 %). Si arrancáramos en 2025, el PIB agrícola crecería un 20 % anual —unos 20 billones de pesos adicionales— hasta 2045. El PIB nacional aumentaría 150 billones y solo en Meta y Vichada se crearían 54.000 empleos agroindustriales al año.

Una inversión de 50 billones hoy podría detonar 800 billones en valor económico en dos décadas. Y no solo se trata de crecimiento, sino de inclusión: Mato Grosso tiene hoy el nivel de desigualdad más bajo de Brasil medido por el coeficiente de GINI.

Así que, señores precandidatos —sean 25 o 35—: los necesitamos pensando en grande, debatiendo propuestas de desarrollo regional como esta o como la de Antioquia Emergente. Menos coyuntura, más estructura. Que la meta sea el Meta.

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