Al lector de la Biblia Mateo le resulta familiar como autor del primer evangelio. Él dice de sí mismo que era ‘publicano’, es decir, recaudador de impuestos, profesión que lo hacía despreciable, sobre todo como lacayo de una potencia extranjera.
Dada su profesión de publicano, Mateo era buen calculador, y más en una época en que, por carecer de aparatos, la gente cultivaba la memoria con esmero.
Pues bien, Jesús invitó a Mateo a seguirlo, gesto tan honroso como comprometedor. Dejando el despacho de impuestos donde estaba sentado, Mateo “se levantó y lo siguió”.
Jesús “vio a Mateo”. El hecho de ver es determinante en el comportamiento. Qué es ver, quién ve, a quién ve, cómo lo ve, cuándo lo ve, por qué lo ve y para qué lo ve. Lo mismo le debió...