Por Luz Marina Londoño S
Encuentro a tantos columnistas de prensa capitalina que están furiosos con la elección de Arturo Char como presidente del Senado, y que le echan la culpa al presidente Duque como si este fuera el que lo hubiera escogido. Los leo esperando el momento en que van a ser coherentes con su ética periodística y personal y nos van a explicar enseguida por qué les parece también condenable que como vicepresidenta segunda del Senado haya sido elegida quien pasó toda una vida entre el crimen y sus ejecutores, apoyándolos y celebrándoles sus hazañas. Pero, sorpresa, esos columnistas no dicen nada de eso. Les parece horrible que el costeño señalado de comprar votos sea el presidente del Congreso pero no que la vicepresidenta sea partícipe, cómplice o lo que sea, de asesinatos, secuestros, violaciones, extorsiones, abusos sexuales contra niños y niñas, reclutamiento forzoso, destrucción de pueblos, emboscadas, matanzas a diputados, etc.
Ya como que se volvió común que a quien compra un voto pero no mata a nadie se le someta a lapidación pública pero a quien mata y no tenga ni un voto se le pida amnistía, indulto y elevación automática a los puestos máximos del poder.