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Raúl E. Tamayo Gaviria
Columnista

Raúl E. Tamayo Gaviria

Publicado

Me gusta ser paisa

Por Raúl E. Tamayo Gaviria

rtamayo@une.net.co

Miro la vida con desdén profundo / y es para mí tan chiquito el mundo,

Que voy a pie de Guarne hasta el Japón”.

“A nadie envidio. Quiero una morena, / me emborracho cuando hay alguna pena / Y llevo a Antioquia en el corazón”.

Así dicen los versos del Poeta de la Raza, Jorge Robledo Ortiz, y el poema se llama “El Paisa”, tal cual lo trae el exgobernador y escritor Jaime Sierra García, en su Diccionario Folklórico Antioqueño.

Me llamó la atención un artículo del domingo pasado en este periódico EL COLOMBIANO, que ayer ajustó la edición 37.000 en sus más de 108 años de vida, informando a Colombia y el mundo desde Antioquia.

El autor es el joven director de Comfama, David Escobar y lo titula “Antioqueño, por Favor” y dice entre sus párrafos: “Que a uno le llamen paisa duele un poco, es como una amputación, porque hiper simplifica nuestras múltiples, ricas y bellas identidades”.

Qué curioso que a este amigo de Fajardo le duela que lo llamen “paisa”, mientras a mí, me encanta que lo hagan, porque en la palabra “paisa” se sobreentiende antioqueño, que es solo “persona nacida en el departamento de Antioquia, Colombia”, mientras “paisa” es como una cualidad que tenemos muchos colombianos que heredamos costumbres, cualidades y defectos que nos hacen sentir orgullo y hospitalidad, amistad y afecto por los demás.

Ojalá se pudieran reproducir todos los comentarios que hizo una dama argentina que vivió en Medellín, o los que escribió un caleño para describir a los paisas, en los que, agradecidos, comentan las delicias de vivir en cualquier pueblo de Antioquia y el temperamento descomplicado de los paisas: “El paisa no te dice acepto, te dice: hágale. No te dice permiso, te dice: correte. Te inspira confianza desde el principio. Te hace sentir su amigo”.

Me gusta ser paisa, porque paisas son los caldenses, los risaraldenses, los quindianos, los del norte del Tolima y del norte del Valle del Cauca. Los chocoanos y costeños han aceptado la colonización antioqueña y han compartido con nosotros sus hermosas tierras sabaneras.

¿Qué haríamos los antioqueños sin la gracia socarrona y el humor de Rafael Arango Villegas? ¿O sin la sabiduría del doctor Emilio Robledo? ¿Qué hubiera hecho yo sin la amistad del Negro Bedoya en Pereira?

¿O la de Óscar Williamson y Beatriz en Manizales? ¿O los conservadores sin Gilberto Alzate Avendaño y Ómar Yepes Alzate? ¿O sin Alejandro Ramírez Londoño o sin William Calderón, de Neira? ¿O sin los Méndez o los Burgos de Montería?

En cambio si me llaman paisa, quedo de paisano de gente muy valiosa de mi Patria, de cuya amistad me precio.

Al doctor David, colega columnista, le recuerdo que el abuelo de su amigo Sergio Fajardo, era de Sopetrán, fue un gran alcalde y militar conservador y tan paisa como yo, se llamaba Capitán Valderrama.

Ñapa: La Constitución del 91 nos ordena Libertad de Cultos. Con todo respeto me encomiendo, como el Presidente Duque, a la Santísima Virgen de Chiquinquirá.

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