Por Alejandro Ramírez Londoño
alejandro.ramirezl@upb.edu.co
Han sido varias las ocasiones en las que me he topado con interrogantes como los siguientes: “¿usted por qué estudia Comunicación Social?, ¿eso sí tiene salida laboral?, ¿por qué mejor no decidió estudiar una ingeniería?”. Inquietudes como esas no solo se ciernen sobre ese pregrado, sino también sobre muchos otros en los que generalmente se estudian, a través de la palabra y todo lo que se deriva de ella, fenómenos sociales y humanos.
La base fundamental de esos comentarios es, en definitiva, la tendencia contemporánea a instrumentalizar los conocimientos, práctica que mantiene el anhelo permanente de que estos generarán riqueza y prosperidad. Lo que quizás se desconoce a la hora de plantear preguntas como las ya mencionadas, es que conocer las lógicas del lenguaje y los discursos que genera, posibilita la comprensión de diferentes dinámicas contenidas en nuestras sociedades e incluso, dota de sentido nuestra propia existencia.
Hace un par de días, uno de mis profesores explicaba que el discurso tiene tres dimensiones: una ética, una política y otra estética. Por medio de la primera de ellas es posible reconocer la verdad de las palabras, discernir lo correcto de lo incorrecto. Si se carece de esa detección, ¿cómo entonces, por ejemplo, se puede firmar un contrato con total certeza de que no traerá perjuicios futuros?, o ¿cómo se puede defender un ideal o movimiento, cualquiera que este sea, cuando en su discurso no se puede identificar lo verdadero de lo falso? Entre otras cosas, una implementación discursiva ética vela por los intereses colectivos y erradica el engaño como forma de beneficio unipersonal.
La dimensión política alude al poder del discurso y las conformaciones jerárquicas que produce al interior de las relaciones humanas. Igualmente el liderazgo es un factor recurrente en ese tipo de dimensión. De no tener lo anterior presente, ¿cómo se pretende ostentar un alto cargo administrativo o gubernamental si no se cuenta con las herramientas discursivas necesarias para liderar un grupo de personas?, o ya en menor escala, ¿cómo se puede convencer a alguien en una discusión de que los argumentos presentados son válidos?
No aceptar la importancia de carreras relacionadas con las Ciencias Sociales, es negar la belleza de las palabras, omitir la dimensión estética del lenguaje. Dentro de la carrera de Comunicación Social he aprendido a adquirir la sensibilidad para observar mi realidad y entender las subjetividades que en ella habitan; a regocijarme con la literatura; a admirar el buen periodismo y aspirar a él; pero sobre todo, he entendido que para el encuentro conmigo mismo puedo recurrir al mundo que me ofrece el lenguaje