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Por Sergio Molina - opinion@elcolombiano.com.co

El perro

hace 5 horas
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Por Sergio Molina - opinion@elcolombiano.com.co

Perro y lealtad se asocian, salvo la exótica eventualidad del que infortunadamente “muerde la mano del amo que lo alimenta”, metáfora que aplica entre humanos. Un amo orgulloso dice que a su perro no le hace falta si no hablar. No me gustaban los perros, no era muy amigo de tenerlos cerca. De a poco desarrollé la curiosidad de Konrad Lorenz (1903-1989), Etólogo austriaco que estudió las conductas animales. Aprendí que el nombre fisiológico de la nariz perruna es “trufa”, que a las razas ñatas se les determina Braquicéfalos, (cortos de cabeza) y que el punto que une el hocico con la frente se denomina stop. Del encantador de perros asimilé lo del líder de la manada y aquello de soltar un poco la traílla.

El 21 de Julio es el día mundial del perro, no sabía que existía, recordé varios aspectos: A San Roque se le atribuye ser el patrono de los perros porque en su enfermedad, un gozque, le llevaba comida. “El coloquio de los perros”, novela de Miguel de Cervantes, describe jocosamente la conversación entre dos perros, Cipión y Berganza, que hablan y razonan. Berganza relata su relación con los amos revelando hipocresía y apariencia, mientras Cipión, gran oyente y consejero, reflexiona sobre moral y ética. La película “Ciento un Dálmatas” (2003) expuso la indolencia de Cruella de Vil secuestrando unos cachorros para hacer un abrigo. Reflexiva y satírica, “La isla de los perros” (2018), cuenta la historia de Atari, que busca a su perro Spots, exiliado a una isla por tener una enfermedad canina. El niño y su mascota, desafían la injusticia, la corrupción y la manipulación mediática. En La estrategia del caracol, el abogado defensor, apodado “perro”, de manera simpática y sin que le importe, aprovechó que la contraparte le llamara con ese mismo remoquete, para suspender hábilmente el procedimiento judicial indicándole al juez: “conste su señoría, que este señor me ha dicho perro”.

Conmemoremos a los criollos, cuyo pedigrí es la resulta de encuentros casuales entre dos perdidos, hijos del descuido. Al “perro de taller”, que luce desgreñado, durmiendo de día, amigo de todos y gustador de tenderse al sol sin importarle el polvo. Los de apoyo emocional que la tienen fácil, admirados por muchos y mal vistos por otros en los aeropuertos. No olvidemos aquel que creció más de lo presupuestado y el que teniendo la piel tersa cuando cachorro, sorprendió con pelo desordenado, flechudo cual roquero. El callejero, hijo de perra flaca que, aunque desnutrida, no escatimó leche para amamantar. Finalmente, me solidarizo con el perro cojo y maltratado de Manuel Benítez (1922 -1999): “El perro me entiende; sabe que maldigo la pedrada, aquella pedrada dura que le destrozó la pata y él, con el rabo, me dice que me agradece la lástima”. Olvidé a muchos, pero hago homenaje a Laika, Lassie, Scooby Doo, Pluto y hasta a Cerbero, el guardián del inframundo. Todos fieles, recoge pelotas y atrapa chamizos sin recompensa que nos cambiaron la vida.

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