Por Hermann Rodríguez O., S. J.
herosj@hotmail.com
Una de las experiencias más dolorosas en la vida es la de sentirse perdidos. Tal vez recordemos en nuestra propia historia personal alguna situación en la que nos hayamos sentido despistados, abandonados, extraviados... No solo metafóricamente perdidos sino, efectivamente, sin saber dónde está el norte, dónde están nuestras seguridades, nuestro rumbo, las personas que amamos y necesitamos para tener tranquilidad. No hay cosa que asuste más a un niño que sentirse perdido. ¿Cuántas veces no nos hemos perdido siendo niños?
Cuando nos sentimos así, comenzamos a buscar desesperadamente un rastro de la persona o de alguna cosa que nos devuelva la tranquilidad y la seguridad. Pero, normalmente, existe...