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Según la Organización Mundial del Turismo, cada año se hacen más de 600 millones de viajes turísticos. Muchos de los viajeros buscan sexo en sus destinos y por lo menos un 30% de ellos admite tener tendencias pederastas.
Por Natalia Zuluaga Rivera- nataliaprocentro@gmail.com
Paul es de Alemania, llegó a Medellín en febrero y estará 5 días en la ciudad. Paul contactó a Luisa a través de Tinder, la aplicación de citas más popular del mundo, utilizada por extranjeros que buscan chicas jóvenes en la ciudad para rumbear de forma “segura” durante su estadía.
Paul le pide un vehículo a Luisa desde una aplicación para que llegue a la unidad residencial del Poblado donde se encuentra hospedado; luego salen a Provenza a la discoteca de reguetón más famosa de Latinoamérica en su género. Luisa, de 16 años, utiliza una cédula reciclada y, antes de llegar, le envía foto a Paul confirmándole que es mayor de edad.
Luisa es víctima de una red criminal controlada por proxenetas, dirigida por combos criminales que, además del microtráfico, tienen como segunda renta criminal la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes. Esta red exhibe en sus catálogos drogas, fiestas y niñas como ofreciendo ganado o productos de belleza.
En 2023, Medellín recibió 1’386.153 turistas, 49% más que en 2019. Para la economía del Distrito, el turismo representa el 7% del PIB. Sin embargo, así como vienen turistas a ver la belleza de nuestra ciudad: ferias de moda y textiles, conciertos de música urbana, ferias de flores, museos, entre otros, también llegan explotadores a pagar por ejercer todo tipo de violencia sexual contra niños y niñas.
Si bien no podemos afirmar que el turismo en Medellín ha traído la explotación sexual, que existe hace 20 años como herencia de la cultura mafiosa que dejó Pablo Escobar, sí es cierto que el turismo ha potenciado estos delitos. Según la Organización Mundial del Turismo, cada año se hacen más de 600 millones de viajes turísticos. Muchos de los viajeros buscan sexo en sus destinos y por lo menos un 30% de ellos admite tener tendencias pederastas.
El alcalde Federico Gutiérrez viene promoviendo un turismo responsable que protege a los niños de explotación sexual. Como medida preventiva busca restringir las rentas cortas en unidades residenciales que muchas veces facilitan el ingreso de menores de edad para esta práctica irreparable. Actualmente más de 1.700 propiedades operan ilegalmente en Medellín.
Es claro que esta medida no será efectiva si no hay un compromiso articulado de toda la comunidad y las personas que intervienen en la cadena. ¿Dónde esta la voz del conductor que transporta a la niña, el portero que permite el ingreso del menor sin ningún control, el de seguridad de la discoteca?
Una red articulada estaría protegiendo no solo a los niños, sino también a lo extranjeros, que, en algunos casos, son drogados, hurtados en sus pertenencias, y hasta secuestrados por la misma red que ha captado a la menor. Si todos aportamos desde el rol que asumimos en la sociedad podemos potenciar un turismo responsable para Medellín. Pensemos cómo ampliar momentos de ciudad a través del arte y la cultura paisa, de espacios gastronómicos, visitas a teatros, museos, y rutas de trekking y senderismo en nuestras montañas.
La recién creada Secretaría de Turismo tiene la oportunidad de consolidar un nuevo enfoque turístico en Medellín, un turismo que no se reduzca a 5 días de drogas, explotación sexual y rumba, que solo beneficia y nutre la economía criminal de los combos.