El relato del Evangelio de hoy (Lucas 4, 21-30) es continuación del leído el domingo pasado, en el cual, al proclamar en la sinagoga de Nazaret un texto del libro profético de Isaías, Jesús se presentaba como el Mesías, el ungido por Dios para darles una buena noticia de liberación a los pobres y oprimidos. Ahora el mismo Lucas narra el conflicto que esta autopresentación ocasionó entre Jesús y sus oyentes, debido a la exigencia que estos le hacían de realizar prodigios para creer, cuando el orden debido es al revés: es la disposición de fe la que hace posible experimentar la acción milagrosa del Señor. Algo parecido puede suceder entre nosotros. Podemos aceptar intelectualmente la palabra de Dios, pero necesitamos una disposición de fe para...