Sobre las Constituciones colombianas entre 1811 y 1991.
Debo confesar que, en medio de mi ignorancia, para mí fue un descubrimiento el que Colombia haya nacido como un país demócrata. No sabía yo que desde los primeros días de la Colombia independiente, tuvimos constituciones de corte muy liberal.
Para un país recién nacido, con una democracia naciente, y con pocos, pero brillantes, líderes criollos que trajeron lo mejor de la política europea, este es un nacimiento esperanzador, que aún hoy hay que celebrar. Un alumbramiento que vio la luz, siguiendo el sueño de Rousseau y de Voltaire.
Descubro que entramos en la República al mismo tiempo, o en algunas ocasiones, incluso más rápido que muchas de las naciones europeas que llevaban ya siglos de vida como países o como regiones, que habían atravesado siglos de oro y de decadencia. Naciones con unos líderes intelectuales, políticos y filósofos muy destacados que fueron formando a más ciudadanos, con educación, con una industrialización más temprana, con un refinamiento en las artes, con formas de vida en sociedad y en la política. Y, sin embargo, sus sistemas y sus constituciones no fueron en muchos casos tan demócratas, ni tan generosas.
Un ejemplo será Francia, donde se gestó la Revolución Francesa en 1789. Esta primera República tuvo muy corta duración y enormes retrocesos en materia de democracia; como, por ejemplo, la perla de haber proclamado a Napoleón como Emperador en 1804. Su segunda República comenzó solo en 1848.
En contraste, desde 1811 adoptamos constituciones liberales: separación de poderes, derecho de los hombres a la propiedad, a la seguridad y a la libertad. Constituciones con tintes federalistas en algunas ocasiones.
En este sentido, vale la pena comentar que entre los años 1821 y 1886 se promulgaron grandes actos constitucionales. Durante esta época no solo se escribieron siete constituciones, sino que además se lanzaron otras cuatro propuestas o grandes reformas a las leyes ya existentes. Esto se complementa con lo que dice Jorge Orlando Melo en el libro Historia mínima de Colombia: que entre 1811 y 1821 se escribieron más de 20 constituciones en la región de la Gran Colombia; y 15 de ellas se escribieron en la región que hoy es Colombia. Esto sucedió porque los criollos de clase pudiente habían estudiado en Europa, y trajeron con ellos todo el ímpetu de libertad y el conocimiento de derecho político.
Dirigir la conformación de una nueva República, con todos esos acentos de liberalidad, y con una ciudadanía poco educada y poco preparada, fue una utopía; pero como casi todas las utopías, soñadoras y esperanzadoras.
A lo largo del siglo XIX todas las constituciones tuvieron un espíritu liberal, equitativo e igualitario. Claro que como decimos coloquialmente del dicho al hecho hay mucho trecho y, en consecuencia, la puesta en práctica de la política en el ámbito cotidiano no fue tan liberal ni tan generosa como el espíritu de las constituciones. Sin embargo, este es y ha sido un problema de todos los tiempos y de todas las naciones.
Desde las primeras constituciones de 1811 y siguiendo con la de 1821, primó el espíritu liberal. Siempre se habló de la conformación de una República; es decir, de separación de poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
En las primeras constituciones se hablaba de un voto universal, que luego se fue restringiendo con el paso del siglo. En otras palabras: comenzamos con una idea de voto para todos, pero muy rápidamente las leyes fueron más restrictivas y únicamente votaban los hombres que habían cumplido 21 años, que sabían leer y escribir, o aquellos con cierto nivel de riqueza, y aquellos que estuvieran o hubieran estado casados, entre varias cosas curiosas.
Pasamos del centralismo con algunos poderes locales al federalismo profundo; como ocurrió en la Constitución de Rionegro de 1863 para caer en 1886 de nuevo a un centralismo.
En la mitad de siglo XIX, en las constituciones de 1853, 1858, y 1863 se establece la libertad de cultos. Este fue uno de los artículos que más cambió, en 1886 y por cien años más, fue la religión católica la que primó en la Constitución del 1886 en Colombia.
Terminamos el siglo XIX con la Constitución menos liberal desde la independencia: la de 1886, que le dio nuevamente el poder religioso y espiritual a la iglesia católica, le otorgó más poder al presidente al darle un período de seis años, y le concedió atribuciones extraordinarias como el estado de sitio.
También se eliminaron libertades de expresión e imprenta; aunque se daba libertad de prensa en tiempos de paz. Esta fue una Constitución centralista y autoritaria, aunque algunos de sus puntos más radicales fueron siendo sometidos a reformas, como la del derecho al voto a todos los hombres en 1910 y a las mujeres en 1953.
Para una época en que la mayoría de las democracias del mundo no existían, este recuento a partir de nuestra independencia, pasando por los espíritus de las primeras constituciones y del derecho político por el que anduvo nuestro país (desde lo más liberal hasta volvernos un poco más autoritarios y conservadores a partir de 1886, y por cien años más hasta 1991) es, por decir lo menos, interesante como pasado histórico.
Para la época, el siglo XIX fue un camino de una gran contemporaneidad en materia política. Por eso titulo el artículo Usamos pantalón largo sin haber usado cortico.
Hoy, con tantas dificultades que vive el país y su democracia, que se ve amenazada constantemente por miles de diferentes causas, me queda como consuelo que la memoria no se pierde, y que siempre debemos recordar cómo nacimos.