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Por Alejo Vargas Velásquez - vargasvelasquezalejo@gmail.com
No hay duda de que es fundamental prepararse para ver cómo se configura la política exterior del gobierno que elijamos en 2026 y para ello es básico entender el nuevo contexto.
Uno, ya no estamos en la bipolaridad de la ‘guerra fría’ que desapareció hace rato, tampoco es claro decir que pasamos de la bipolaridad a la multipolaridad -un poco simplista, porque como dice el internacionalista argentino Roberto Russell, un polo debe ser un gran poder, militar, también económico, cultural...-
Dos, siguiendo a Russell, hoy día tenemos un orden internacional no hegemónico, sino caracterizado por la competencia inevitable entre ‘dos Nortes’, uno liderado por EE.UU. y otro Norte liderado por China, pero que no son propiamente dos bloques, por lo menos por el momento (Russell dice que están terminando un libro al respecto con el otro gran internacionalista argentino Juan G. Tokatlián).
Tres, en los últimos tiempos se ha consolidado la expresión, el ‘Sur Global’ -algunos la consideran una continuidad de lo que en la guerra fría se denominó el ‘tercer mundo’ o el mundo en desarrollo- e inicialmente China buscó situarse allí, pero para los analistas es claro que China ya no es parte de ese llamado ‘Sur Global’, porque es la cabeza de uno de los Nortes.
Cuatro, todo indicaría que el futuro de los llamados BRICs no es tan claro, en lo que pareció ser una pretensión de ese grupo de disputar un rol en ese nuevo escenario; en parte han jugado un papel en ayudar a quitarle protagonismo al dólar como moneda hegemónica global, pero su rol puede estarse modificando, no necesariamente desapareciendo. Este nuevo orden internacional en gestación seguramente es la explicación de porqué EE.UU. busca reducir sus compromisos globales; ya lo mencionábamos en una columna anterior (“Hemisferio occidental: ¿nueva prioridad norteamericana?”), como al interior de los analistas de seguridad y defensa del Partidos Republicano debatían entre las tendencias de los que planteaban una presencia permanente y global de EE.UU., con los que se inclinaban por señalar que debía orientar sus recursos militares hacia la región del Indo-Pacifico y quienes señalaban la necesidad de una retirada estratégica global hacia el hemisferio occidental, que parecía ser la que terminaría imponiéndose en este gobierno Trump. Efectivamente “desde el comienzo, la actual administración ha dejado clara su prioridad que será el hemisferio occidental, por ello se prestará atención, desde la perspectiva militar, a los comandos geográficos que cubren el hemisferio occidental -el Comando Norte y el Comando Sur- y el Departamento de Estado también dedicará más recursos a esta zona.”
Dentro de este contexto es que habría que analizar cómo orientar la política exterior del nuevo gobierno y qué cabida habría para propuestas como formar un grupo regional de países, con gobiernos con identidades de política pública para plantear una política exterior en la perspectiva de relacionarse autónomamente con los dos ‘Nortes’ actuales, o propuestas como las formuladas por colegas académicos chilenos de ‘no alineamiento activo’, que sería una alternativa interesante.