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Oído Petro

Gustavo Petro cumple este año la mitad de su mandato, pero parece que su perspectiva del tiempo es bastante imprecisa. Para él, sus doce años de candidato fueron fugaces y el período en el que gozará del poder es eterno.

05 de enero de 2024
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Por Sofía Gil Sánchez - @ladelascolumnas

La primera semana de enero viene cargada con deseos intensos, y un poco afanados, por erradicar completamente la manera usual de actuar, pensar y vivir. Las personas se llenan de esperanzas vacías de transformación en el momento exacto en que el reloj realiza un movimiento simple. Lo irónico y triste de esta realidad llena de insatisfacción no es el deseo de cambio, sino que entre las personas que buscan nuevas formas de afrontar todas las esferas de su existencia no está la figura de una cuyo comportamiento está causando el mayor daño: sí, el presidente.

Gustavo Petro cumple este año la mitad de su mandato, pero parece que su perspectiva del tiempo es bastante imprecisa. Para él, sus doce años de candidato fueron fugaces y el período en el que gozará del poder es eterno. Vale recordarle a su poder marcado con fecha de expiración que en dos años los ciudadanos elegirán el gobierno que lo reemplazará y que las elecciones del 29 de octubre fueron un avance de su futuro.

El lunes comenzó el mandato de los dirigentes locales por medio de los cuales los colombianos le enviaron un mensaje masivo a la gestión del presidente Petro. Las principales ciudades como Bogotá, Barranquilla, Cali, Cartagena, Bucaramanga, Manizales, Santa Marta y Medellín eligieron representantes con una línea de pensamiento diferentes a la suya. Sus 11 millones de simpatizantes resultaron ser efímeros pues, sólo los resultados de la elección a la alcaldía de estas ocho ciudades mostraron 3.300.000 ciudadanos inconformes con el rumbo que está tomando el país.

Así no le parezca, los minutos avanzan rápido, los retos cada día son más grandes, y la ilusión de la gente se desvanece cuando las soluciones a sus necesidades no llegan y, en cambio, los esfuerzos se enfocan en instaurar una política de destrucción, división y retroceso. El escenario ideal, por el bien del país, es que su líder se contagie de la energía del Año Nuevo y, en medio del mejor de los rituales, piense en la posibilidad de construir y avanzar.

El deseo del año 2024 por unanimidad es que la forma en la que Gustavo Petro está dirigiendo Colombia cambie para que la economía del país esté tan activa como su cuenta de Twitter, para que los ciudadanos se sientan seguros como los corruptos que protege, para que recuerde que las necesidades no vienen de un partido político sino del pueblo que juró proteger, para que las problemáticas se desaparezcan como él cuando debe cumplir los compromisos de su agenda, para que la justicia sea tan eficiente como las sentencias a sus opositores y a los territorios que encarnan ideologías contrarias a las del sello presidencial.

Mientras eso sucede: oído país que llegaron las regiones.

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