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Palabras que son un regalo

Por Lina María Múnera Gutiérrez- muneralina66@gmail.com

Hay un regalo que llega cada diciembre desde hace muchos años a casi 600 millones de hispanoparlantes en el mundo. Se trata de la actualización del Diccionario de la Lengua Española (DLE) que oportunamente se publica en estas fechas para recordarnos que está vivo, presente y activo, que escucha a la calle, que es capaz de renovarse y que por eso existe.

Este año ha sumado 280 nuevas palabras que están en uso pero que han requerido su tiempo para entrar en las páginas de este libro que además se volvió virtual y que el año pasado recibió más de mil millones de consultas en su versión digital.

Tal vez una de las que más toca la fibra de la nostalgia sea garciamarquiano, un término literario que adquiere sentido universal y que pasará a ser parte del nuevo diccionario que saldrá en el 2026. Esa expresión trae recuerdos de muchas tardes de lectura con todos los libros de la colección Oveja Negra desparramados por el suelo. De asombro, de sentirse transportado a un Caribe delirante y de dejarse llevar sin ofrecer resistencia.

Luego hay otra palabra que huele a adolescencia: levantar. En el sentido de entablar relaciones amorosas pasajeras con alguien. Cómo no acordarse de los amigos del barrio contando sus pequeñas proezas - más inventadas que ciertas, más anheladas que cumplidas- sobre el levante que se habían hecho en la fiesta de la noche anterior. Levantarse a alguien hacía parte del rito iniciático de cualquiera que estuviera atravesando esos años hormonalmente inestables por los que es mejor transitar con cuidado.

Hay nuevas palabras coloquiales como copiota (el que se copia todo lo que hace el otro, como a veces los hermanos), mamitis (quién no la sufrió siendo niño alguna de esas noches durmiendo en la casa de los primos y lejos de la mamá ) o ma y pa para referirse a esos dos seres que nos marcan para siempre. Las cuatro tienen sabor a infancia, y a familia. Las cuatro llevan intrínseco el afecto que permanece en ese primer clan.

Y qué tal la más reivindicativa: cuarentañero. Porque si existían los veinteañeros y los treintañeros, ¿cuál era la razón para que al llegar a los cuarenta una persona se convirtiera en una cuarentona? Eso se sentía como una loza muy pesada que afortunadamente el DLE acaba de levantar.

Y así se podría seguir con tantas novedades como puntocom, microplásticos o edadismo. O la muy mágica hagioscopio, gran aporte del escritor Javier Marías, recientemente fallecido. Se trata de una abertura pequeña hecha en la pared de una iglesia para ver el altar. Su definición despierta las ganas de sentarse a escribir alguna historia. Intrigante, misteriosa, con su dosis voyerista.

Se agradece mucho este regalo navideño porque cada palabra nueva que llega al diccionario es un aliado más en esta búsqueda por intentar decir algo con sentido, por expresar lo que se siente, por contar lo que se ve buceando en el pasado pero con los ojos muy abiertos en este presente inabarcable.

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