Querido Gabriel,
¡Coja oficio!, decía mi abuela, haciendo eco al apego al trabajo, uno de nuestros más arraigados rasgos culturales. Algunos aún sufrimos cuando no queremos hacer nada y deseamos entregar al fértil ocio nuestras horas o días. También, a quienes nos gustan las artes o las letras, nos hablan las voces de los ancestros, desde su descanso eterno: ¡Coja oficio!..., y temblorosos buscamos cómo darles gusto. Como si no hacer fuera negar la vida y crear sin interés monetario fuera un pecado mortal.
Te invito a ver la conversación del escritor y sacerdote Pablo D’Ors, “El ejercicio lento de lo cotidiano”, en los diálogos de El País de España y el BBVA. Nos puede inspirar una tertulia necesaria en tiempos de angustia y acelere colectivos....