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El desempleo en el país no es un reto nuevo, no ha logrado reducirse a un solo dígito desde 2015 cuando fue de 8,93%. Se ha convertido en uno de los problemas más graves y angustiantes para millones de colombianos que perdieron sus trabajos, la estabilidad laboral o pertenecen a más del 50 % de trabajadores informales que existen en Colombia, según el Dane.
La encuesta Pulso Social realizada por esta misma entidad, indica que el 57 % de los colombianos han visto deteriorada su situación económica con relación al 2019; una percepción que es coherente con la realidad actual de la pandemia donde se han perdido más de 4 millones de puestos de trabajo que se reflejan en una preocupante la tasa de desempleo superior al 13 % al finalizar el 2020.
Los efectos de la pandemia no sólo afectan los indicadores de bienestar social del país. Según el Banco Mundial, la pobreza aumentará por primera vez en el planeta en más de 20 años como consecuencia de la emergencia sanitaria del Covid-19. Frente a Latinoamérica, la Organización de las Naciones Unidas y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), estiman que en la región millones de personas han sufrido hambre, que 44,1 millones terminarán en 2020 sin empleo y 16 millones más en situación de pobreza extrema. Además, Latinoamérica cerró el año con la mayor caída del PIB en un siglo (-5.3 %).
Como vemos, el desempleo y la falta de medios de subsistencia dignos se han profundizado en medio de la crisis actual y podrían ser más graves si no se toman medidas eficaces y con un alto sentido social. Por eso, nuestro país debe liderar un pacto por el empleo digno que permita recuperar los puestos de trabajo que se han perdido y crear nuevas fuentes laborales para los colombianos que garantice el sustento de sus hogares, mejores condiciones de vida a las familias y la posibilidad de combatir decididamente la pobreza, la inequidad y las condiciones que generan violencia.
Reactivar la economía debe ser una meta colectiva liderada desde el Gobierno Nacional pero desarrollada desde la corresponsabilidad y el compromiso intersectorial. Por eso, es fundamental seguir fomentando la inversión pública y privada sobre todo en sectores estratégicos de alto potencial, en obra pública y grandes proyectos de infraestructura de orden regional y nacional que cuenten ya con el aval técnico y financiero y generen miles de oportunidades de empleo.
La ruta debe promover necesariamente el fortalecimiento de las relaciones laborales al interior de las unidades productivas, la formalización de puestos de trabajo, la reactivación del mercado interno y un mejor relacionamiento con nuestros socios económicos internacionales. Igualmente, es fundamental renovar nuestro sistema educativo, hacerlo más pertinente, con capacidad de adaptación a los nuevos tiempos y acorde a los retos de la Cuarta Revolución Industrial, lo que implica formación del talento humano en competencias digitales y habilidades en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, que posibilita un diálogo más profundo entre el sector educativo y el empresarial.
La pandemia ha traído consecuencias graves para la vida, la salud y la economía de los colombianos. Por ello, es absolutamente necesario que las medidas restrictivas que se tomen, deben ser responsables y sin improvisación. Medidas como el toque de queda o el pico y cédula deben garantizar el justo equilibrio entre la salud de los colombianos, el cuidado del empleo, la reactivación económica, y la recuperación de nuestros comerciantes, emprendedores, y de los pequeños y medianos empresarios.
Como lo he reiterado en varias de mis reflexiones, en la salud está la vida, pero también es cierto que en la economía están los medios de vida
