Por Álvaro Molina Villegas - redaccion@elcolombiano.com.co
Por Álvaro Molina Villegas - redaccion@elcolombiano.com.co
Más de dos millones de pescadores deportivos nos acostamos el martes por la noche indignados con la noticia de la prohibición de la pesca deportiva por parte de una de las tantas cortes. Algo tan absurdo, en lo que Colombia sería pionero y, con seguridad, único en el mundo.
La pesca deportiva es una de las actividades que más ingresos generan a comunidades que habitan alrededor de ríos, embalses, costas, ciénagas y lagunas. Y no solo eso: mueve alrededor toda una filosofía de respeto por el medio ambiente y protección de las aguas. Ciudades como Puerto Inírida, Leticia, Puerto Carreño, San Andrés y Providencia reciben miles de pescadores de todo el país que contratan lanchas, usan hoteles, taxis, restaurantes y todo tipo de servicios turísticos.
Pequeños municipios, cabildos indígenas y poblaciones del Casanare, Guainía, Vichada, Meta, Amazonas y Putumayo tienen en la pesca deportiva su único ingreso importante cada temporada.
Municipios de Nariño, Valle, Antioquia o Santander mueven en sus embalses a miles de pescadores deportivos cada fin de semana. Por ejemplo, desde el centro de Medellín sale hacia El Gaitero, sábados y domingos, un bus con un grupo de aficionados a la pesca que lleva más de veinte años participando en esta actividad sana y relajante que a su vez ofrece un fuerte sentido de comunidad.
Acabo de llegar de Caño Bocón en Guainía a donde los puinaves, indígenas sanos y buenos; cada año acogen a cientos de pescadores en campamentos muy organizados, en donde reciben cerca de cinco millones por pescador, algo que se repite por todo el país.
La pesca deportiva invita al pescador a devolver sus capturas, un movimiento que nació en Estados Unidos: “Catch and Release”, a finales del siglo XIX. A Colombia lo trajimos desde los 80 y, luego de una lucha tenaz, hoy podemos decir que más de la mitad de los pescadores de caña devuelven sus capturas lo más pronto posible, procurando usar sistemas poco invasivos, que no hieren al pez y, por el contrario, hacen que se convierta en un reproductor importante, en tanto, después de pescado, su instinto para protegerse del hombre aumenta notablemente.
Adicionalmente, dicha prohibición afecta a un sector creciente y muy importante del comercio de artículos deportivos, guías de pesca, industria de botes y motores, etc.
En este enlace se pueden ver las estadísticas de solo una de las tantas organizaciones en Estados Unidos que son representativas de lo que este deporte significa para las economías locales: https://bit.ly/3s8NMsX.
Bajo los argumentos de la demanda, entonces, se debe prohibir montar a caballo en toda la extensión de la palabra, la colombofilia, el coleo y la vaquería y todas las actividades milenarias en que hombre y animales se unen para recrear a la humanidad.
Aquellos que fuimos pioneros en la pesca con devolución en Colombia, y todos los que han seguido después, estamos listos para explicarle a quien así lo requiera el grave daño que van a causar con una medida como la que se ha tomado.