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Por Jorge Henao - opinion@elcolombiano.com.co
En la historia están los secretos del arte de gobernar: Winston Churchill.
En su reciente libro Liderazgo, Henry Kissinger nos dice cómo y quién salvó a Francia de la catástrofe en la Segunda Guerra Mundial.
En 1940 después de que el gobierno de Francia se arrodillara ante Hitler, el general francés de menor rango y más joven, Charles de Gaulle, declaró la creación de un movimiento de resistencia. Se conoció como “la Francia libre”.
De Gaulle estaba decidido a evitar la servidumbre de Francia a Hitler, rompió con la Francia oficial a la que siempre había pertenecido y se rebeló contra su gobierno. Su objetivo principal fue la liberación de Francia.
De Gaulle luchó por la derrota de Alemania y Japón como un paso intermedio hacia su meta final: el renacimiento de la sociedad y la renovación del alma de Francia.
Desde el principio reclamó una estrategia autónoma: rechazó lealtades dinásticas y afiliaciones jerárquicas y orientó sus acciones a los intereses de Francia. Tenía la convicción que Francia debía establecer un nuevo gobierno, creando una nueva realidad política mediante la pura fuerza de la voluntad. Y lo hizo.
Mirando hacia adentro y admitiendo la catástrofe que padecemos, quien entenderá el derrumbe de Colombia como nación y la inviabilidad de su bicentenario régimen centralista?
¿Quién tendrá la convicción de salvar a Antioquia y renovar el alma de los antioqueños?
¿Quién recuperará la grandeza de Antioquia, la fe en sí misma, su fuerza interior, su resiliencia psicológica y política?
¿Quién defenderá su identidad histórica convocando su espíritu?
¿Quién actuará como De Gaulle en estos momentos decisivos? No serán los viejos generales Uribe, Fajardo, Aníbal Gaviria o Luis Pérez, ni oportunistas de ocasión.
Necesitamos un líder para una “Antioquia libre”.
La gente lo clama...