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Por Rubén Darío Barrientos G. - opinion@elcolombiano.com.co
Cual pausa activa, no vamos a hablar hoy de consultas, ni de refriegas, ni de Benedetti. Resulta que refiere el profesor y columnista Fernando Ávila, delegado para Colombia de la Fundación del Español Urgente, Fundéu (Ámbito Jurídico 21/02/2022), que “Naciones Unidas, en sus instrucciones de lenguaje inclusivo, pide excluir la palabra señorita, que pone de presente, sin venir a cuento, el estado civil de la mujer, lo que no suele hacer en el caso del hombre. Eso le da a señorita, la categoría de palabra discriminatoria”. Y en la antesala de esta afirmación, Ávila recuerda que “señorito, termina siendo un insulto, mientras que señorita termina como un elogio”. Y los censores dicen que esto forma parte del portafolio del micromachismo.
Todo este relato lo traigo a colación, porque esta semana en el supermercado, escuché a un señor en la caja, quien le dijo a la empleada: “Señorita, tan amable y me cobra una bolsa grande”. Días antes, en un ágape, un amigo afirmó: “Ese trago, me parece muy señoritero”. Asocio las dos cosas y me adentro en la misma temática, no sin antes recordar que Julio Cortázar escribió un cuento intitulado: “Carta a una señorita en París”, que pertenece a la primera etapa literaria del escritor.
Entretanto, recoge un articulista que ante la pregunta de si el español es un idioma machista, la respuesta es clara: Son los hablantes los que hacen la lengua y no la lengua la que se impone a los hablantes. Muchos países despachan el asunto que nos ocupa, de un plumazo: Señorita, es quien no está casada y punto. En algunos lugares, se afirma a pie juntillas: Ni señora ni señorita, porque esa es una dicotomía sexista. Dice la RAE: Señora: casada o viuda y Señorita: la soltera.
Y viene un enojo de actualidad: Es una falta de respeto que se hable de señorita (¡Ni que fuera la más de malas!, ripostan algunas). Hoy, hay una universalidad: Todas las mujeres son señoras y todos los hombres son señores. ¿Dónde hay recelo? Cuando se dice: don o doña, que ya es otro cantar. Eso carga el inri de los años y causa enfado. Se imputa a la señofobia. Empero, lo de señorita, se usa “sin querer”, con inocencia y con decencia. Pero es algo que está mandado a recoger y que podría -incluso- motejarse de cursi.
Resta que miremos una arista: La del concurso nacional de belleza (Cartagena). Por lo que se ve, es, ha sido y será la señorita Antioquia y la señorita Colombia. Algunos, haciendo un esguince, han hablado de “representante” de Antioquia o “reina” de Antioquia, pero en la coronación insisten en tildar a la participante de señorita Antioquia y a la ganadora, de señorita Colombia. Pareciera no tener recambio este molde. Otros cacarean que señorita simple y llanamente es diminutivo de señora y que señor es un genérico, independiente del estado civil.
Atando cabos, la RAE desde 2009 habla de señorita, como una forma discriminatoria. Estimo que la conclusión es elemental: señorita, debe proscribirse. Dígale por el nombre y no se complique. Lo de señora, es a otro precio: cabe y es signo de respeto. Como lo de señor. Ha explicado Castellano Actual de la Universidad de Piura, que: “Don y doña son fórmulas de tratamiento: Se usa en el trato con personas mayores. Es un uso coloquial equivalente a señor o señora. No vemos sentido despectivo”. Y colorín colorado...