Pocas veces usé mis columnas para quejarme por el mal servicio de algunas empresas. Pero la reacción expresa de los lectores en esos casos me indica que en nuestro medio hacen falta más voces de los consumidores. El pudor por usar una ventaja personal desaparece cuando se sabe que también se está hablando por otros. Mi queja de dos líneas por el bloqueo de mi correo electrónico por parte de Tigo no fue la excepción.
Recibí varios mensajes de solidaridad y apoyo, y de ánimo para insistir en el caso. Cuando uno asume la voz del consumidor está planteando una situación paradójica que consiste en criticar a su proveedor favorito. Puedo decir que si estoy con Tigo es por dos razones: una, que alguien llamó patriotismo solidario, es que se trata de...