Son muchos los temas, caen en alud y nos colman, el silencio de algunos incomoda, el disenso se convirtió en excepción, el involucramiento no va, ¿cobardía, indolencia, falta de empatía? evadimos la conversación, el emoticón resuelve situaciones y discusiones incómodas, pero a veces hay que lanzarse al vacío y respaldar en nuestro pequeño territorio compuesto por palabras a otro u otros, lo que incomoda a veces reconforta.
Los grandes mecenas del arte a través de la historia y según la época han sido la iglesia, las monarquías y el dinero, la relación entre nuestro Estado plutócrata con los artistas no ha sido fácil, fértil o cómoda, en Colombia hay historias memorables de censura e ignorancia. De la “instagramable” implosión de la mole donde habitó Pablo Escobar, nos quedan por ahora un proyecto de parque/memorial que es un remedo del que Maya Lin hizo en Washington en 1982. La idea de reubicar allí la escultura de Arenas Betancur que el narcotraficante compró al artista, seguramente reactivará las visitas que con tanto ahínco querían borrar, nos quedan además dos esculturas, una de Hugo Zapata, en la que hace de las víctimas un elemento lúdico y otra, con evidentes carencias formales, espaciales y conceptuales, ubicada en el parque fundacional de la ciudad, por una decisión que desconocemos y que luce arbitraria; según palabras del artista Cristóbal Gaviria, la ubicación obedece a que “... concluimos que, en general, en El Poblado hubo muchas víctimas del narcotráfico y por eso se ubicó en el parque”.
Cada uno hace con su dinero lo que le apetece, pero en un proyecto como este donde se involucran fondos públicos y privados, y donde se pretenden transformar modelos mafiosos de comportamiento, hubiese sido, al menos deseable, una convocatoria abierta y no la selección a dedo de un artista, que no exhibe muchos más méritos o reconocimientos que su cercanía y amistad con el poder, porque es cierto que para ser artista no necesariamente hay que estudiarlo, pero contrario a lo que afirmó la semana anterior el periodista de este diario Gustavo Ospina, en su extenso artículo sobre Gaviria y su obra, la trayectoria sí la construyen las exposiciones en museos y galerías de prestigio, los textos y la crítica especializada y la presencia en colecciones públicas o privadas de primer nivel. No por entregarle una obra al papa Francisco, o por tener otras ubicadas en la vía al aeropuerto o en embajadas de Colombia por el mundo, se posee una larga trayectoria; los verdaderos artistas saben muy bien que generalmente los políticos no son amigos del arte.
Desilusiona que se desprecien oportunidades como esta en un medio en el que son escasas las opciones para que un artista de trayectoria o méritos probados reciba estímulos y reconocimiento a su obra, aunque abundan las buenas intenciones, la sensación frente a esta campaña es que la administración no escucha e ignora los cuestionamientos de los colectivos de ciudadanos críticos, y está más interesada en demoler e ignorar que reflexionar críticamente. Mientras tanto, para las más de cien víctimas de este año, ni siquiera un gesto o una palabra que las recuerde, son estadística. De eso no se habla ... ellas no dan like, restan, que reine el silencio.