Estación Iconoclastia, donde ya no se destruyen ídolos como en los tiempos bárbaros sino que se caen solos, pues sus fundamentos no eran buenos o estaban parados en mero lodo, o eran una cosa y resultaron siendo lo contrario, que en estos tiempos de química enrarecida o, si se quiere, de novela negra intensa, lo que aparece como modelo (consecuencia de la propaganda) resulta siendo una cosa abstracta, algo viscoso o plásmico. Y en esto de los estados de la materia y las costumbres pactadas, ya lo sólido parece no existir y, entonces, lo que se planteaba como camino y meta acaba siendo un berenjenal que ni siquiera produce berenjenas sino gente pálida, con la mentira en la boca y bueno, cayendo. Y en este punto, la caída (Albert Camus escribió...