Estación Y Ahora Qué, a la que llegan los analistas de decretos mutantes y contradicciones, los que hoy leen una cosa y mañana les explican que solo se puede creer la mitad, los que mienten y calumnian amparados en la libertad de expresión (lo que permite dar vueltas, esconderse o aparecer con la cara lavada), los que acaban de saber que el virus vuela, camina y anida (hasta que se diga lo contrario); los que van de remedio en remedio logrando solo purgarse o quedar en estado de insomnio, los que miran a otro sin saber si la distancia es segura o el virus es capaz de saltarla, los que a cualquier solución le tienen un problema peor, los que aseguran que D’s se está yendo del mundo porque no dejan rezar juntos ni dar el óbolo, los que ven que el dinero ya no circula sino con relación a lo necesario y miran tanta cosa que ofrecen y no se puede comer, los encerrados que tampoco están libres de contagio, los que esperan no estar contaminados, etc.
La incertidumbre se define como estar en un sitio y no saber qué pasa. O como asumir una dirección y después darse cuenta que no era la correcta. O como estar viendo que la tómbola da vueltas y de ahí saldrá solo una posibilidad. Y bueno, en estas estamos, los productores de vacunas en medio de una guerra por el mercado (más que vacuna lo que están haciendo es propaganda), los gobernantes improvisando y decretando lo que unos cumplen y otros no, el comercio estirándose y encogiéndose, las autoridades acosadas por los mismos que quieren proteger, el clima variando y tronando y, a todas estas, miedo, que es la incertidumbre mayor.
¿Y de dónde nace la incertidumbre? De no querer ver la totalidad de lo que pasa, de considerar la pobreza como un asunto de falta de ahorro, de creer que el poder político está por encima del contagio, de tratar que la economía funcione solo a través de ventas y no de producción esencial, de planear para el día y no ver lo que sigue, de hablar y confundir palabras e ideas; de desviar el tema que toca y, en lugar de razonarlo, dedicarse a las pasiones de los evasores de culpas; de proponer soluciones ya, cuando antes se dejó crecer el problema. Y sí, frente a este circo de lo imprevisto, la gente asiste a pestes crecientes por todos lados.
Acotación: En América Latina (y por extensión Estados Unidos que se está volviendo parte de ella), la incertidumbre galopa y todo se vuelve cosa de magia (en Brasil, Barranquilla y Bogotá casi de hechicería) y todo es un ensayo para después esquivar los resultados. Y así, en lo incertidumbroso (valga la palabra), vamos de una incertidumbre a otra, de un caos a otro, de unos intereses a otros. ¡Agh!.