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José Guillermo Ángel
Columnista

José Guillermo Ángel

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SOBRE VACUNAS EN VEREMOS

Por José Guillermo Ángel

memoanjel5@gmail.com

Estación Aplique, a la que todavía la gente no llega (aunque parece que ya hay colas), pero a la que todos miran con atención para ver quiénes serán los primeros en ser vacunados. Y en estas miradas aparecen dudas, presunciones, brillos que juegan al así y al no, ángulos de mirada (perspectivas) y hasta ojos cerrados para no hacerse muchas ilusiones, que en esto del aplique la situación no está muy clara (empiezan por unos sin que falten los que se harán pasar por ellos, que en estos trópicos los camuflados abundan) y las vacunas disponibles no son tantas, anexando a esto el váyase a saber cuándo llegarán las otras y de qué marcas, cómo serán conservadas y qué mitología correrá por ahí para que muchos se asusten y se nieguen a recibir la dosis, prefiriendo rezar o ya no salir y momificarse mirando por la ventana. Con la espera crecen los delirios.

Esto de las vacunas se ha ido complicando en muchas partes (los israelíes han sido los más efectivos en aplicarlas): hay desorden en Inglaterra y Alemania, en Francia y los Estados Unidos, y no se diga en los países del tercer mundo, en los que se politiza la recepción y se hace un circo populista. Y el problema se amplía porque la planeación no fue la más adecuada, así como tampoco la negociación y la entrega de vacunas. Las farmacéuticas que las fabrican están sobredemandadas y sus sistemas de producción no dan lo esperado, y deben estar enloquecidos con el control de calidad, que de tantos millones de unidades algunas pueden salir defectuosas (esto lo saben todos los industriales).

La vacunación, entonces, comienza a generar estrés. O sea que, a más de las preocupaciones habidas en la pandemia, ahora se suma la ansiedad por ser vacunados y por escoger la vacuna y acertar en ella (ya los productores comenzaron sus guerras de marketing y los lobbies de presión). Médicos sin Fronteras protesta, aduciendo que la vacuna es un derecho de la humanidad y no un negocio de patentes, que debe haber una y no varias etc. Y aprovechando el estrés (el delirio de muchos por ser vacunados), ya se descubren contrabandos de vacuna, lo que implica que se ha creado un tráfico ilegal en el que seguramente se moverá mucho dinero. Así, a los males de la pandemia se le anexa el negocio turbio con productos que no se sabe qué tan seguros son.

Acotación: la pandemia, además de contagios y UCI repletas, de las demencias varias y desobediencias permanentes, ahora incentiva la codicia, la corrupción, las mentiras para desacreditar productores y la falta de eficiencia y claridad en la vacunación. Y bueno, ahí estamos esperando el turno, buscando información no sea y haya efectos adversos, hablando solos detrás del tapabocas y acumulando ansiedad y más calor en estas tierras

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