La pandemia actual que nos condena a vivir enmascarados, temerosos, recelosos y alejados de los otros para evitar contagios que nos puedan llevar a la expiración, no solo nos muestra a una sociedad caótica y desordenada sino que, de pies a cabeza, nos retrata como seres humanos, máxime si estamos encerrados en grandes ciudades-catafalcos donde respiramos aire envenenado, consumimos alimentos contaminados y –pese a que se trata del combustible que alimenta a nuestros organismos y potencia la vida–...