Hoy en día, una de las principales razones que muchas parejas plantean como motivo para terminar con su matrimonio es que “yo tengo derecho a ser feliz”. Y con esa disculpa desertan a su familia, dejan a sus hijos sin la presencia cotidiana de ambos padres y a su pareja sin el apoyo que necesitan para cuidar el hogar y formar a los niños.
Yo me pregunto ¿de cuándo acá resolvimos que la felicidad es un derecho? Lo cierto del caso es que la felicidad no es un derecho sino que es el resultado de obrar bien y de hacer el bien, es decir, de actuar en forma correcta, justa, generosa y responsable. Y es esto lo que nos hará sentir verdaderamente plenos y satisfechos, es decir, muy felices.
Es cierto que todos tenemos derecho a buscar la felicidad, pero...