En el informe de la Ocde sobre la agricultura colombiana se señala que, aunque tradicionalmente el país ha sido un exportador neto de productos agroalimentarios, la balanza comercial del sector se ha venido reduciendo durante los últimos años.
Según dicha institución, el comercio de exportaciones agrícolas del país se ha visto afectada por la crisis económica mundial, por las dificultades que tuvo la producción agropecuaria nacional a raíz de la ola invernal de principios de esta década y por la fuerte apreciación que tuvo el peso durante el período 2008-2013.
Otra tendencia que identifica la Ocde es la pérdida progresiva de participación que desde principios de los años noventa vienen presentando los principales productos agrícolas de exportación en los respectivos mercados internacionales. En particular se señala, por ejemplo, que en el caso del café dicha participación pasó de ser 14 por ciento en 1990 a solo 4 por ciento en 2010.
En cuanto a la composición de las exportaciones agropecuarias, se encuentra que el 70 por ciento de las mismas está conformado por solo cuatro productos: café, flores, banano y azúcar. Igualmente, se establece que Estados Unidos es el principal mercado de las exportaciones del sector.
Por su parte, en un estudio de Fedesarrollo se señala que la política comercial (caracterizada por los altos niveles de protección) y la revaluación del peso han afectado el desempeño de las exportaciones agrícolas. Esto se ha dado de la mano del crecimiento de las importaciones, resultado del mejoramiento de los ingresos de los hogares y la consecuente diversificación de la dieta alimentaria.
Por tanto, el problema del creciente deterioro de la balanza comercial agrícola no es un fenómeno nuevo y tampoco se le puede atribuir a los TLC, ya que se viene presentando desde finales del siglo pasado, cuando se implementó la apertura económica, estrategia que, irónicamente, debía fortalecer las exportaciones del país y, por ende, hacer que el superávit comercial agrícola presentara tendencia creciente.
Fue en este contexto, baja dinámica de las exportaciones del sector y creciente demanda de las importaciones, que se firmaron los diferentes TLC y, en particular, los de Estados Unidos y Europa, acuerdos comerciales en los que se le dio a la agricultura colombiana un tratamiento especial, pues los niveles de protección se mantuvieron altos por un horizonte de tiempo largo y las importaciones de muchos bienes están sujetas a cupos limitados de importación.
Resulta entonces poco convincente la tesis de que la agricultura colombiana se ha visto afectada por los TLC y en particular por el que se tiene con Estados Unidos que lleva sólo tres años de ejecución.
No en vano, hace poco más de un año, Fedesarrollo concluyó que dicho TLC no había afectado el desempeño agrícola del país. Recientemente, el economista Juan Felipe Vélez, luego de una juiciosa revisión de la información disponible, señala que “por ahora” el TLC no ha sido perjudicial para el campo.
Claramente, el problema del agro colombiano no viene de afuera. Se encuentra, como lo señala la Ocde, “en la adopción de unas políticas [internas] deficientes”.