“Torpeza notable en comprender las cosas”. Asi define la RAE la palabra estupidez. Y describe perfectamente los incesantes anuncios del actual gobierno de suspender la exploración de hidrocarburos.
Ya se ha demostrado hasta la saciedad, con argumentos sólidos, cifras y opiniones de personas altamente calificadas, que la exploración y explotación de hidrocarburos es responsable de unas ínfimas emisiones de gases efecto invernadero. También se han analizado de manera reiterativa y profunda los efectos perversos que tendría esta medida en las cuentas fiscales de la Nación, en la balanza de pagos, en la cotización del dólar, en la acción de Ecopetrol, en las cuentas de regalías y en los impactos en las comunidades en materia de empleo y de irrigación de recursos a las economías locales.
Pero aún así, el gobierno insiste. Eso no puede llamarse cosa distinta que una “torpeza notable”. Una verdadera estupidez.
Supongamos que la ceguera dogmática del gobierno actual con el tema de los hidrocarburos es correcta, y supongamos además que mañana mismo los colombianos nos levantamos y que hemos sustituido la totalidad del uso de petróleo y gas, lo que llevaría las emisiones en el país a cero. Ni siquiera así hay argumentos razonables para acabar con la exploración de hidrocarburos. Parece que el gobierno no ha entendido la fuente de riqueza que ese recurso representa para Colombia. Asi exportáramos el 100% de lo producido, sin consumir una gota de combustible domésticamente, sigue siendo una “torpeza notable” suspender la exploración.
Pero parece que el Congreso de la República le va a hacer la vida fácil al gobierno. Con la aprobación de la reforma tributaria como está hoy en día, se está declarando la muerte lenta de la industria de hidrocarburos en el país. En particular, el artículo que impide a las compañías petroleras deducir fiscalmente el costo de las regalías -otra “torpeza notable”- es una forma de acabar con las petroleras por la puerta de atrás. Y lo peor de todo es que cuando el país se de cuenta del exabrupto que se está cometiendo, políticamente el gobierno va a poder mirar hacia el legislativo y decir que fueron ellos los que finalmente firmaron el acta de defunción de la producción de hidrocarburos en el país.
Claramente las regalías son un costo del negocio de producción de hidrocarburos para las compañías en Colombia. Y aunque el ministro de Hacienda ha dicho que el pago de las regalías representa el derecho que se le da a una empresa para explotar un recurso que es de la Nación -cosa que puede ser debatible- ni siquiera así se justifica la no deducibilidad de las regalías del impuesto de renta. De ser así, todas las contraprestaciones que se pagan hoy al gobierno por alguno de los bienes o servicios que concesiona -los puertos, por ejemplo- deberían tener el mismo tratamiento. Y claramente no lo tienen. Todas las contraprestaciones son deducibles de impuestos, en línea con el artículo 107 del Estatuto Tributario. Todas son costos que tienen relación directa con el concepto de generación de ingresos de los negocios que las diferentes concesiones llevan a cabo.
Pero esto parece no importar. Parte de la “torpeza notable” de este gobierno es pasar una reforma tributaria fiscalista, sin ningún asomo de análisis de las consecuencias que traerá la aprobación del proyecto de ley.
Pero el gobierno sigue repitiendo y repitiendo. Como si una “torpeza notable”, repetida mil veces, no siguiera siendo una estupidez