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Este gobierno despide el 2025 con varios frentes con gestión desastrosa. Al deterioro notable de la seguridad, de la debacle de la salud y del desastre fiscal, se suma ahora una maniobra de endeudamiento público que poco interesa a la ciudadanía, pero que tendrá unos efectos que son incalculables.
El pasado viernes 19 de diciembre el Ministerio de Hacienda emitió un comunicado donde anuncia una operación de emisión de deuda donde un único inversionista, hasta ahora desconocido, le prestó al gobierno nacional la bobadita de $23 billones de pesos, unos $6,000 millones de dólares. Este monto representa el 5% de la deuda pública total del país, y se emitieron TES a diferentes plazos con tasas de entre el 13% y el 13.5%.
Esta operación de “desespero fiscal” es una señal clarísima de la muy débil posición de caja del gobierno nacional y confirma lo que todos los analistas económicos han venido diciendo durante meses ya, y es que se requiere un ajuste urgente para recortar el derroche de plata en contratos dudosos y gastos innecesarios.
La colocación a dedo de estos TES es inédita en la historia fiscal de Colombia por varias razones. Por un lado, la emisión se hizo de manera directa, sin pasar por un mercado organizado, en una transacción opaca, sin transparencia. El precio que se le puso a la deuda —la tasa de interés— la decidieron en una negociación bilateral entre el gobierno y el misterioso inversionista. Esto da un poder de negociación enorme al comprador, sobre todo considerando la posición fiscal tan precaria del gobierno nacional.
Por otro lado, nunca antes el país había emitido deuda en diciembre. Las emisiones generalmente terminan en octubre, para dar algo de predicibilidad al mercado, a los inversionistas y garantizar que Hacienda cuenta con los recursos requeridos para pasar el año con tranquilidad.
Todo esto ocurre además después de que el FMI canceló la línea de liquidez al gobierno colombiano, deuda que tendría una tasa de interés más cercana al 6%, menos de la mitad de la que obtuvo la Nación en esta dudosa operación.
Los mercados financieros están construidos sobre la base de la confianza, y Colombia llevaba muchos años haciendo un trabajo juicioso y ortodoxo para garantizar acceso a crédito a precios razonables en los mercados internacionales. Con esta operación el gobierno borra esfuerzos enormes que le costarán caro al país en los años venideros, y deja muy molesto al mercado que hasta ahora venía apoyando de manera decidida los planes de financiación del país.
Y como si esto fuera poco, el sobrecosto en la tasa de interés lo pagaremos todos los colombianos con impuestos. Es decir, este gobierno que se dice progresista traslada rentas de la ciudadanía a un solo inversionista que seguramente ha hecho un gran negocio.
Vaya regalo de Navidad que el presidente Petro y su equipo le están dejando a Colombia. Es la cereza de un pastel cocinado durante 2025 que nos deja un sabor, por decir lo menos, amargo en la boca.
