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¿Y si las bombas caen sin pausa sobre los techos que tienen los símbolos claros de la ONU, qué pueden esperar los demás? Es la tierra arrasada y bajo los escombros, miles de cadáveres.
Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com
La frase de James Elder, portavoz de Unicef, resume la barbarie que vive Medio Oriente. “Gaza se ha convertido en un cementerio de niños y en un infierno para todos los demás”. Después de esas palabras es difícil expresar mayor horror. No hay descripción posible que conmueva más.
La respuesta aniquiladora del Israel de Benjamín Netanyahu contra el territorio palestino de la Franja de Gaza deja más de 10 mil muertos. Una cifra descomunal de la cual cerca de la mitad son niños y niñas. El paso aplastante del ejército israelí, que busca vengar la acción terrorista de Hamas del pasado 7 de octubre, incluyó la infame petición a la ciudadanía palestina para que abandone los hogares de la parte norte del territorio y luego, de esta forma, bombardear sin pausa.
Han caído bombas sobre hospitales, sobre ambulancias, sobre escuelas - hace ocho días, en una sola jornada, se arrasó con cuatro de ellas - e incluso sobre centros de refugiados. Netanyahu dice que Hamas se esconde entre los inocentes y entonces bombardea a los inocentes. Mueren los terroristas y también mueren los civiles. Mueren los padres y las madres y sus niños de brazos. Mueren los periodistas mientras reportan. Mueren los médicos mientras atienden a los heridos. Mueren las enfermeras. Mueren los miembros de las diferentes agencias de la ONU. Más del 70 por ciento de los que han perdido la vida en esta locura, según cifras de las Naciones Unidas, son mujeres y niños. Por cada tres integrantes de Hamas muertos, siete inocentes mueren también. Es una masacre inimaginable y en tiempo real. El conteo crece exponencialmente con la complicidad y el silencio de Occidente.
No hay techo seguro en medio de la lluvia de fuego y de misiles, algunos de los cuales, según denuncias de las organizaciones que trabajan en el lugar, violan las normas del derecho internacional humanitario.
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio, (UNRWA), tiene pruebas de cómo más de medio centenar de sus edificios y oficinas han recibido las explosiones de la guerra. ¿Y si las bombas caen sin pausa sobre los techos que tienen los símbolos claros de la ONU, qué pueden esperar los demás? Es la tierra arrasada y bajo los escombros, miles de cadáveres.
Aún en estos momentos confusos de batallas y humareda no hay lugar para las dudas: Benjamín Netanyahu, sordo ante las múltiples peticiones de cese al fuego, pasará a la historia como el orquestador de una réplica sangrienta e inhumana. Responsable político de las fallas en seguridad que permitieron a los criminales de Hamas entrar a su territorio y asesinar a 1.400 israelíes y secuestrar otro par de cientos más, ahora quiere cubrir su error con fuego y muerte. No se va a detener, según él, hasta lograr la victoria. Poco le importa que su triunfo se edifique sobre un cementerio de miles de niños.