Por María Adelaida González R. - opinion@elcolombiano.com.co
El gabinete municipal se comportó como una pandilla en la primera reunión con el alcalde encargado de Medellín nombrado por el presidente. La grosería y la patanería la han querido presentar como valentía y lealtad con el alcalde suspendido por violar la ley, pero los ciudadanos tenemos otras conclusiones claras.
Y a la evidencia de estar siendo mal gobernados por “gallitos finos” hay que sumarle otra, la de la ausencia de un liderazgo sano, no tóxico, en Medellín y en Antioquia. Tenemos un gobernador hundido y sub-judice por irregularidades contractuales de su anterior mandato, aunque a él sí lo ha apoyado el gran empresariado en una cuestionable modalidad de bipolaridad ética. Ante la descomposición en la administración de Medellín, el gobernador pasa de agache, y a pesar de que la Gobernación es la accionista mayoritaria en Hidroituango, se deja pisotear y que el alcalde suspendido les pase por encima y haga lo que se le ocurre.
En Medellín, muchas veces los opositores a Quintero dan pena ajena, qué falta de vigor intelectual, por Dios. Si dentro del gabinete hay que mirar con lupa para encontrar un solo justo o un solo decente, como en Sodoma, en la oposición hay que poner un reflector ¿Qué alternativa se ve, quién ha sobresalido por sus condiciones morales, cívicas, intelectuales? Y no solo entre la oposición, hablo de la dirigencia en general. ¿Quién está por encima de esos pobres concejales vendidos o de los politiqueros y clientelistas? ¡Qué vacío de liderazgo tan tremendo, los antioqueños nos sentimos sin capitanes! .