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Ramiro Velásquez Gómez
Columnista

Ramiro Velásquez Gómez

Publicado

Un inquietante homicidio

Duele, asusta, pero no sorprende el asesinato de Gonzalo Cardona, coordinador de la Reserva Loros Andinos, guardián del loro orejiamarillo de la Fundación Proaves. Hacía mucho bien. Fue uno de los responsables de que este loro, que casi se extingue por culpa de nosotros, los colombianos, hubiese comenzado a recuperarse.

Duele por el ser humano. Y por el trabajo en favor de nuestros recursos y la vida, no solo aves. Hace años visité, en función periodística, la Reserva El Dorado de Proaves en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta y comprobé el trabajo valioso que desarrollan, muchas veces contra la marea, falta de apoyo o personas que queman las reservas o talan.

El absurdo asesinato de Gonzalo se produce en la semana en la que el presidente Iván Duque se comprometió ante el mundo a ampliar a 30 % las áreas protegidas, en tierra y mares. Difícil lograrlo si ni vigilancia tienen. Las del ombligo de Colombia al sur carecen de guardabosques porque ilegales amenazaron matarlos.

Un reportaje de Mongabay revela que el Parque Nacional Natural Barí en Catatumbo perdió 6,2 % de bosque desde 2001, siendo la coca la mayor presión. Sucede en la Amazonia, donde los actores son más diversos y hay ganaderos y otros personajes deforestando para apoderarse de las tierras.

Aunque la semana pasada se aprobó un Conpes como política contra la deforestación, la lucha se ha perdido pese a que en ciertos momentos, como 2019, se ralentizó la tala. Hoy se adelantan operativos militares con escaso éxito.

Todo esto hace que quienes trabajan por recuperar y conservar nuestros recursos bióticos sean declarados enemigos por diferentes intereses.

¿Cómo ampliar la superficie protegida, por ejemplo, si la cabeza de los ganaderos, José Félix Lafaurie, ha expresado que los indígenas tienen demasiada tierra? La ganadería responde por alto porcentaje de la praderización de las selvas. Fácil imaginar que a muchos no les conviene más territorio protegido que se interponga en su ‘desarrollo’ o apropiación de tierras.

Es el caso de políticos y empresarios que aumentaron la presión para abrir al turismo, con hoteles e infraestructura, áreas frágiles como el Tayrona (y extrañamente se remueve a la eficiente directora de Parques Nacionales).

Un ambiente enrarecido y hostil, más ahora con el homicidio de este reconocido defensor de nuestra rica biodiversidad (Colombia es el país donde más asesinan ambientalistas). Demasiadas contradicciones entre lo que se promete y la dura realidad.

Maullido: contradictorio el manejo de las vacunas Covid-19 por este gobierno inepto

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