Duele, asusta, pero no sorprende el asesinato de Gonzalo Cardona, coordinador de la Reserva Loros Andinos, guardián del loro orejiamarillo de la Fundación Proaves. Hacía mucho bien. Fue uno de los responsables de que este loro, que casi se extingue por culpa de nosotros, los colombianos, hubiese comenzado a recuperarse.
Duele por el ser humano. Y por el trabajo en favor de nuestros recursos y la vida, no solo aves. Hace años visité, en función periodística, la Reserva El Dorado de Proaves en las estribaciones...