En el país de las confusiones, los empresarios del trasporte de carga se asumen como movimiento social y el sabotaje en las carreteras como protesta o paro. Dan lo mismo los indígenas que bloquean la carretera panamericana por un problema de tierras con palos y piedras, que los señores que atraviesan fierros que cuestan varias decenas de millones de pesos para evitar que circulen las mercancías por las carreteras colombianas. Los resentidos de gran ciudad creen que los únicos perjudicados son los industriales y, por ello, se desentienden del asunto o le simpatizan en secreto.
Hace más de tres décadas Jesús Antonio Bejarano (1946-1999) –quien sigue haciendo falta después de haber sido asesinado por las Farc– intentó introducir en Colombia el debate...