Me perdona la señora Enoris Restrepo de Martínez que tome, sin su permiso, una frase de su artículo del martes pasado en este diario. Esto me da pie para hablar de lo que pasa con la educación y con los educadores. Mis experiencias me dan pie para hablar de estos temas.
Empecemos por los ministerios de Educación que, a lo largo de los años, han suprimido materias esenciales para la educación de los menores. Ya no se enseña la historia patria con la que aprendíamos a querer a nuestra Colombia, a tratar de seguir el ejemplo de amor por Colombia de nuestros antecesores, no quieren que los estudiantes amen y trabajen por Colombia. No se enseña la geografía, las diferentes regiones de la patria, sus productos, la composición topográfica, los climas, las aguas. Nada conocen del país los estudiantes de ahora.
Nadie quiere lo que no conoce. Si no se conoce la historia, no se quiere a los héroes que construyeron la patria. Si no se conoce la geografía, no se quiere a la Colombia hermosa con sus mares y playas, con sus ríos y zonas productivas, con sus montañas y sus paisajes.
Si hablamos de los educadores, que no permiten que se les hagan pruebas de conocimientos en la materia que enseñan, que nunca quieren hablar de la calidad de la educación que dan a los estudiantes, que enseñan que, con la fuerza, los paros y la presión hasta llegar a la violencia, es como se consiguen las cosas, así no podemos tener una buena educación.
Estas cosas las digo por la experiencia que tengo y por los hechos que vivimos en estos días de paros, de encapuchados, de vandalismo y muchas otras cosas patrocinadas por Fecode, la organización que aglutina a los educadores.
Cuando llegamos a la Gobernación de Antioquia, encontramos que una maestra, afiliada a Adida, filial de Fecode en Antioquia, gozaba de una licencia remunerada, para representar a la agremiación en unas reuniones en Bogotá y ya pasaba de los tres años de licencia. Le cancelamos la licencia, la llamamos para que reasumiera su compromiso en Antioquia y, en lugar de regresar, renunció a su cargo. En una oportunidad me visitaron para notificarme que entrarían a paro. Les advertí: “Recuerden que en esta administración el que no trabaja no devenga”. Entraron a paro por diez y siete días. Lo levantaron y me visitaron a decirme que cómo podían recuperar esos días, les manifesté que esos días se habían perdido y que días perdidos no se podían recuperar. Me dijeron que con unos días en vacaciones, o ampliando el horario diario como lo hacían en otras administraciones. En esta no se recuperan días perdidos y la remuneración tampoco. Así quedamos y así nos mantuvimos.
Volvamos al título, a nosotros nos educaron en la casa con correa o, mejor, con autoridad y ejemplo. No quedamos mal educados ni acomplejados. Los maestros eran verdaderos maestros y preferían cumplir con su noble misión a tirar piedra o a perder el tiempo.
El magisterio es de las tareas más nobles que se puedan tener. Fui profesor, o maestro, en bachillerato por varios años y en la universidad privada y pública por muchos más años. Me enorgullezco al decirlo, para mí fue un gran honor.