Por alberto velásquez m.
A Tomás Carrasquilla se le adjudica la expresión de “Antioquia, Antioquia, pocos saben lo que es Antioquia”. Exclamación interpretada para resaltar sus fortalezas y emprendimientos, recogidos en buena parte en sus obras, las que aún se leen por su trascendencia literaria y belleza idiomática.
Algo así se podría decir de la zona de Urabá. Poco sabía el país de lo que era Urabá. Ya la Antioquia andina comenzó a incorporarla, al reconocer su mar Caribe como fuerza vital de desarrollo. Está completa en la agenda de los gobiernos regionales. Se había olvidado desde que don Gonzalo Mejía soñó con la vía al mar y hombres como Fernando Gómez Martínez, Alberto Jaramillo Sánchez, Jesús Tobón Quintero, la incorporaron a sus gestas como visionarios de realidades.
Con María Teresa Uribe, rigurosa investigadora, muchas veces hablamos de Urabá. Ella describía en sus libros, el potencial y los retos de esta región que se incorporó a Antioquia en 1905 en el régimen del general Rafael Reyes. Dialogábamos sobre los diversos factores que aceleraban unas veces su progreso y en otras lo frenaban. Las tierras fecundas, asfixiadas por las incipientes vías de comunicación, las injusticias patronales, las organizaciones criminales y subversivas, la invasión de desplazados forzados por la violencia partidista. Y luego los intentos –por fortuna frustrados– de desmembración que un senador antioqueño promovió a través de gavilla formada en el Congreso por regiones pequeñas que les interesaba darle el golpe a la unidad de Antioquia para disminuirle su fuerza geopolítica.
Urabá sigue siendo punto de estudio para la conformación del desarrollo socioeconómico del país. Por allí entró la discutida conquista española. Ahora la socióloga Claudia Steiner la interpreta con su obra Imaginación y Poder. Sostiene que Urabá es una región paradójica. Grandes extensiones cultivadas contrastan con grandes porciones de gentes acosadas por la inequidad, fenómeno que parece ser patrimonio irrenunciable de la sociedad colombiana.
Pero sobre contradicciones, vicisitudes y desigualdades, Urabá no interrumpe su marcha hacia el progreso. En dos meses se iniciará la construcción del puerto sobre su mar Caribe, gracias a la constancia y al empuje que le imprimieron sus promotores, inversionistas y mandatarios regionales. Asimismo avanzan la modernización y ampliación de su carretera, y la construcción del Túnel del Toyo, el más extenso del país. Sueños de forjadores de su desarrollo, con los pies puestos sobre la tierra. Quedará más cerca del centro de la Nación y de las zonas en donde se produce riqueza y el gran comercio internacional.
Con tantos desafíos y futuros promisorios, hay sí que velar para que no vuelvan aquellos actores que no solo en su primera colonización sembraron, tanto banano como injusticia laboral, sino los grupos alzados en armas que llenaron de miedo, dolor y miseria a una población que por tanto tiempo estuvo desamparada y abandonada a su suerte por los gobiernos centrales y regionales.
Controladas las causas y actores de la violencia, Urabá no solo será un emporio agrícola nacional, un referente en el tránsito del comercio internacional por su puerto marítimo y un atractivo turístico con vías de comunicación modernas y playas que tienen cientos de kilómetros de extensión en el Caribe.